¿Copia-pega o plagio?

¿Copia-pega o plagio?

¿OS habéis visto a veces buscando quién fue el autor de una cita que os gusta?
Hay quien cree que firmar una obra es puro ego. No voy a ser yo quien les convenza de otra cosa.
Lo que sé es que yo, como lectora, me gusta saber quién escribe las cosas que me gustan, que me emocionan, que me remueven, de las que aprendo…
Me gusta porque sabiendo quién lo escribe obtengo aún una perspectiva mayor.
Vendrá de mis tiempos de estudiante de literatura cuando para entender una obra analizábamos el contexto del autor.
Hoy soy yo la que escribo y publico. Mejor o peor, eso es lo de menos. Pero desde mi peor texto al más viralizado son mis palabras, mis emociones, mis sentimientos.
Soy yo, porque me desnudo en mucho de lo que escribo.
Nunca he escrito de algo que no conozca de cerca, caso todo lo que escribo lleva mucho de mí. ES MÍO.
Me encanta que esos textos circulen y fluyan y la gente los haga en cierto modo suyos porque se ven reflejados, porque les gusta, porque les emociona, porque conecta con ellos, porque les inspira, porque les anima o ayuda en cierto modo. Me gusta hasta cuando los critican porque si alguien se toma la molestia de reaccionar a algo que escribes es un privilegio.
Como escritora no entiendo ese fenómeno que se da en las redes y en el universo virtual de empeñarse en copiar un texto o un fragmento  de un texto eliminando la autoría, el título y/o el enlace a la obra.
Alguien me dirá:
-Igual quien lo comparte lo ha recibido  ya sin el nombre del autor
Y puede ser, pero se tarda cero coma en buscar el autor de un texto si está publicado. Se tarda menos que el tiempo que te lleva hacer un copia pega y, por supuesto, muchísimo menos que el tiempo que te lleva montar el fragmento o el texto en una imagen para compartirlo de forma viral. He aquí un ejemplo  de una imagen que alguien se tomó la molestia de crear con un fragmento de mi texto  «Vender el alma por un abrazo»:
Ejemplo de copia pega sin nombrar al autor ni fuente

Ejemplo de copia pega sin nombrar al autor ni fuente

Con mi texto «Las Renuncias de las Madres» viví en primera persona cómo otros compartían el texto casi atribuyéndose la autoría en sus muros y páginas públicas.
Es cierto que no lo firmaban, pero cuando la gente respondía cosas como:

-«Qué bonito, Gracias por escribirlo»,

quien lo compartió eliminando mi nombre y mi enlace respondía con  un «gracias» que llevaba implícito aceptar el reconocimiento de algo que no era suyo.

Lo peor no era eso. Lo peor es contactar con estas personas amablemente y recordarles que tu trabajo está protegido con una Licencia Creativa que permite la distribución mientras se nombre autor, fuente y enlace, y como respuesta recibir el silencio en el mejor de los casos , o directamente insultos, amenazas y desprecios. Es sorprendente ver cómo se sienten ofendidos quienes ofenden con sus acciones a otros  cuando se les increpa , aun con respeto y educación.

No estamos hablando sólo de faltar a la Netiqueta, estamos hablando de PLAGIO.

plagio

En un mundo donde internet ha desdibujado las fronteras y los límites, muchos se creen que es así para con todo lo que circula por el aire.

Me da igual que me acusen de ególatra, mi trabajo es mío y me gusta verlo firmado.

Por supuesto que mi ego se siente bien cuando alguien te dice que les gusta lo que escribes, cuando lo comparten y cuando recibo comentarios positivos por lo que hago. La mayoría de las veces no lo escribí con ese propósito, pues curiosamente, mis textos más leídos son los escritos más con mis tripas que con mi cabeza de bloguera y empresaria.

  • Me da igual que creas que soy vanidosa
  • Me da igual que yo te caiga mal y no quieras ver mi nombre al compartir mi trabajo
  • Me da igual qué oscuro motivo te mueve a usar mis palabras y eliminar mi firma como si  ese texto fuera tuyo o como si hubiera aparecido de la nada a modo de mensaje divino.
  • Me da igual si eres mala persona y envidiosa o sencillamente torpe e ignorante de cómo funciona la propiedad intelectual.
  • Me da igual todo eso pero EXIJO que si usas mi trabajo lleve mi firma, la fuente y un enlace a la obra original.
Mi versión para responder al anterior sin firma

Mi versión para responder al anterior sin firma

Ese es el mensaje para quien hace este tipo de cosas, y para todos los demás que sencillamente leéis y comentáis sobre ello, por favor:

  • No contribuyas al desprecio por el trabajo ajeno
  • Cuando veas un texto sin autor, pregunta a quien lo publica directamente si es suyo  o no
  • Si no es suyo  pregúntale por qué no va firmado
  • Si tú conoces al autor, cítalo tú.

No hay falta de respeto grande o pequeña
¡Hay o no no hay respeto!

La maternidad sin tabues

La tóxica soy yo

La tóxica soy yo

Querida Nohemí
No sé por qué te escribo, no sé si te pareceré una loca, pero te sigo y sigo lo que escribes y ya sabes que a veces es más fácil contarle las cosas a un extraño.
No tengo blog como tú y de tenerlo no sé si me atrevería a publicar cosas personales e íntimas. No sé cómo tú puedes hacerlo. Es decir, yo te lo agradezco. Ver a personas que hablan en primera persona de lo que les pasa, bueno o malo, te hace sentir acompañada. Pero yo no sé si podría asumir exponer mi vida a cualquiera.
Esta carta te autorizo a que la publiques si crees que es interesante. Como sé que miras mucho la ortografía y la gramática, corrige lo que necesites :-).
Sé que has vivido de cerca el maltrato en diferentes formas. Me he releído 100 veces tus post sobre las relaciones tóxicas. Yo hoy no quiero hablarte de mi tipo de hombre tóxico, al que podríamos llamar de varias maneras, que al final son la misma: «el cobarde», «el inmaduro», «el egoísta»… Hoy voy a contarte que la tóxica soy yo.

Soy tóxica para mí misma porque permito que me falten al respeto manteniendo una relación que me daña. Porque veo todo lo que no funciona y aún creo que ocurrirá un milagro que le hará cambiar y asumir responsabilidades. Porque justifico sus mentiras, sus engaños y sus traiciones. Porque me engaño a mí misma creyendo sus promesas a pesar de que las ha incumplido vez tras vez. Porque no acabo de aceptar que si me hace daño no me quiere. Porque perdoné una infidelidad y sólo le pedí que cortara de raíz con esa relación y no lo hizo. Porque me he pasado meses culpándola a ella, cuando la realidad es que la culpa es de él. ¿Por qué las mujeres aun siendo engañadas seguimos haciendo responsables a otras mujeres y no a los hombres que engañan?  ¿por qué seguimos queriendo mantener su «integridad» inmaculada cuando no lo es?
Imagino que porque necesitamos respetarles para justificar que les amamos, y un mentiroso no merece respeto. Es más fácil autoengañarnos pensando que la culpa siempre es de ella, que le escribe, que le llama o mensajea, que le llora o le provoca… da igual…  Da igual que la otra sea una zorra o una bella persona también engañada, somos tan estúpidamente tóxicas con nosotras mismas y con todo el género que la odiaremos a ella y no a él. Y le pediremos que la bloquee cuando lo que tendríamos que hacer es bloquearle nosotras a él. Y nos preguntaremos «por qué» la ha escogido, qué tiene que nosotros no tengamos, qué nos sobra o qué nos falta… cuando la verdad es que nadie engaña por un tercero sino por sí mismo.
Soy la más tóxica de este trío en el que vivo, porque soy la única que no quiere vivir en una relación así y lo tolera. Ellos han encontrado la forma de que les funcione. Imagino que hasta hablarán de mi y me pongo enferma de pensarlo. Pero aquí estoy, contándote que me han engañado y que yo lo he tolerado.

Pienso en todas las veces que he juzgado a otras mujeres por soportar cuernos. Por prostituirse por un status, o por una estabilidad económica, o social… Yo lo he hecho por la peor de las razones. Lo he hecho diciendo que es por amor. Y ese razonamiento es el más tóxico de todos. De hecho, creo de verdad que la raíz de todas las relaciones tóxicas es precisamente atribuir al amor algo que no es.

El amor no puede causar sufrimiento deliberado, no puede ser tan egoísta, no puede hacer que nos perdamos el respeto a nosotros mismos.

[Tweet «El amor no puede causar sufrimiento deliberado, no puede ser tan egoísta, no puede hacer que nos perdamos el respeto a nosotros mismos.»]
Te he leído mucho escribir sobre el miedo y tienes razón, al final tenemos miedo. Tengo miedo.
Miedo a no sentir otra vez esa emoción cuando alguien que amas te mira  o te roza. Miedo a no ser capaz de volver a confiar de nuevo en alguien. Miedo a no ser suficiente una vez más. Miedo a no volver a vivir el éxtasis de ser 1 siendo 2. Y ese miedo me hace aferrarme a alguien que me da migajas en forma de amor. Que dice amarme cuando en realidad su amor más grande es a sí mismo. Alguien que sabe qué me hace daño y continúa haciéndolo. Alguien que se cree el Dr. Frankenstein y quiere construir una mujer perfecta a base de ir cogiendo trozos de aquí y allá. Que dice buscar en otra lo que yo no le doy.
Así que sí, la tóxica aquí soy yo.
Y te lo cuento imagino que para tener el compromiso moral con alguien que no sea yo misma de que no lo voy a ser más. Como cuando uno tiene miedo a volar y se mete en un avión.  Sé que me voy a arrepentir 1000 veces de esto. Sé que voy a volver a encontrar justificación para todo. Sé que voy a escuchar a esos gurús que me hablan del amor supremo sin ataduras y en total libertad. Yo no quería ataduras, sólo quería que no me engañaran. Imagino que no soy muy zen para aceptar esa «barra libre de amor». Soy demasiado convencional y me crié con las historias que acababan en final feliz de 2, no de 3 o de 25. Y sigo creyendo en la absurda mentira de que el amor todo lo puede. Y estoy segura que cuando le de a «enviar» a este mensaje tras un momento de alivio volveré a pensar en que todo se arreglará de la forma que sueño.
Porque sigo soñando que se va a dar cuenta, que va a aprender la lección y dejará de jugar a 2 bandas, o a 3 o a 4… ya ni sé…
Sigo creyendo que un día tocará en mi puerta  y me dirá que todo acabó de verdad y que soy yo la persona con la que quiere estar a pesar de todo.
Querida Nohemí… no espero respuesta. Porque lo que me vas a decir ya lo sé. La teoría de este examen la aprobé a la primera. Pero la práctica es mucho más difícil.  Porque las normas, la teoría, es algo claro y cerrado, es absoluto, pero en la vida real tengo que conducir en una carretera donde hay otros coches, muchos coches, demasiados, y donde no todos cumplen las normas. En la vida real hay tantas variantes que nos condicionan que ser coherente se me antoja ahora mismo imposible.
Ojalá esto que hago me sirva de señal luminosa en mi camino para recordarme cuando lo olvide que la meta de nuestra vida no es amar a alguien, sino amarnos primero a nosotros mismos, y amarnos bien.

[Tweet «Ojalá esto me sirva de señal luminosa para recordarme cuando lo olvide que la meta de nuestra vida no es amar a alguien, sino amarnos primero a nosotros mismos, y amarnos bien. «]

Gracias por estar y por leerme.

El whatsapp ¿ángel o demonio?

El whatsapp ¿ángel o demonio?

Revisa tu factura de teléfono móvil.
¿Cuántos SMS has mandado el último mes?  Yo, ninguno.
¿Recuerdas cuántos mandabas hace unos años?

El mundo tecnológico ha cambiado drásticamente nuestra vida y la forma en que nos comunicamos.
Cuando yo era adolescente, para quedar tenía que bajar a la cabina y llamar por teléfono a mi amiga. Una vez que quedabas ya no había vuelta atrás: ibas o dejabas colgado a alguien.
Ahora, en permanente conexión, podemos cambiar los planes al minuto, informar de cada movimiento que hacemos estemos donde estemos.

 

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¿Es todo ventajas tener la tecnología tan incorporada en nuestra vida?

Seguro que hay infinidad de artículos hablando de la adicción a las tecnologías, a los mensajes, a las notificaciones, etc.
Yo hoy quiero contaros cómo el whatsapp me ha ayudado como emprendedora a facilitarme la vida y ahorrarme trabajo.

El Whatsapp para mí es un ángel por:

  • Es gratis*
    Parece una obviedad, pero para un emprendedor cualquier gasto sale de sus beneficios, así que disponer de una herramienta de comunicación casi inmediata a coste prácticamente 0 es algo a considerar.
    Como os decía al principio, una conversación por SMS puede suponer unos € de menos en el bolsillo, en el de todos los implicados además.
  • Universal*
    Casi todo el mundo lo tiene instalado lo que hace que, aunque no sea la App perfecta, es la que nos permite comunicarnos con la mayoría de las personas que necesitemos.
  • Audios
    Desde que instalé esta aplicación empecé a usar los mensajes de voz para comunicarme. Al principio la gente se sorprendía pues muchos desconocían esta opción.
    Como emprendedora, cuando alguien me hace una consulta por correo, bien de un producto de mi tienda on line, de mis servicios como asesora, o de mis cursos de formación y/o desarrollo personal, responder por escrito requiere que esté sentada frente a mi ordenador.
    Las madres emprendedoras trabajamos muchas veces aprovechando ratos «perdidos» aunque no estemos «sentadas» en casa, ni con el portátil cerca, ni con ambas manos libres.Responder estas consultas por audio me permite varias cosas imprescindibles para un emprendedor:

    • Ahorro de tiempo. 
      Muchas consultas que requieren unos 10 minutos por escrito se responden en 2  o menos con un mensaje de audio.
    • Rapidez en la respuesta
      Si recibes un mensaje mientras haces cola en un banco, o mientras esperas a que salgan los niños de alguna actividad, mientras te tomas un café o mientras viajas (por supuesto no si conduces tú), puedes responder  sin necesidad de esperar a llegar a casa.
    • Fidelizar al cliente
      Cuando esas consultas se hacen para decidirse por una venta o por una queja, la rapidez en la respuesta suele ser clave para que su experiencia comercial contigo sea buena y cerrar una venta o fidelizarlo incluso a pesar de algún contratiempo.
    • Cercanía
      El mensaje de voz resulta más cercano que un mensaje escrito. Nuestro tono de voz y la forma de hablar transmiten mucha información sobre nosotros y nuestra forma de trabajar. La gente quiere saber con quién hace tratos y oír nuestra voz siempre es mucho más cercano que leer un correo.
    • Marketing de tu propio trabajo
      Cuando me escriben con una consulta y respondo con un mensaje de voz, para  mí, que trabajo cobrando mis asesorías es una forma de mostrar cómo trabajo a alguien que no sabe si le merece la pena pagar por mis servicios.
      Si quedan satisfechos con esas consultas breves, es más fácil que te contacten para sus consultas más detalladas.
    • Perder el miedo a hablar en público
      Hablar frente a desconocidos es uno de los miedos más habituales. Una forma de ir venciendo ese miedo es empezando con este tipo de mensajes de voz breves.
      Si te notas insegura mandando mensajes a desconocidos puedes usar primero  la grabadora y escuchar tu respuesta antes de enviarla por si ves que necesitas algo más de práctica. Pero en mi experiencia te diré que  la naturalidad siempre es algo que los clientes agradecen. Mientras un mensaje sea respetuoso, siempre es bien recibido.
  •  Trabajo en grupo
    La posibilidad de crear grupos para compartir conversaciones es un ahorro de trabajo cuando trabajas con más personas. Si lo sabes gestionar bien, y los grupos son reducidos, puede ser una herramienta muy útil.
  •  Emoticonos
    Algunos pueden pensar que es algo nimio, pero en un mundo cada vez mas consciente de la inteligencia emocional, el hecho de poder incluir en nuestros mensajes de texto, emoticonos,  añade expresión y «entonación» a nuestro frío mensaje escrito, aparte de otras ventajas, avaladas por estudios, que puedes leer aquí.
  • Guardar el historial
    A veces de una conversación salen ideas interesantes. Puedes guardar una conversación enviándotela al correo electrónico junto con los archivos enviados y/o recibidos.

 

Estas son sólo algunas de las ventajas que yo le saco a esta app. Y aunque no me quiero centrar en este post en lo negativo, sí os quiero recordar que como casi todo, hay una parte negativa que deberéis aprender a gestionar si queréis que sea la app la que os sirva a vosotros, y no al revés. Por eso ahí van unos consejos.

Controla el demonio del  Whatsapp :

  • No tienes obligación de responder  a todo el mundo
  • No tienes obligación de responder inmediatamente
  • Huye de los grupos multitudinarios
  • Huye de los grupos «familiares»
  • Silencia los grupos no VIP
     Si  realmente no puedes huir de ellos ( grupo de mamás del cole por ejemplo 😛 ), al menos siléncialos e impide las descargas automáticas o llenarás tu movil de los «momentos imperdibles» de todos los niños del colegio y sus familiares.
    Yo sólo tengo 1 grupo VIP, el de mi equipo de trabajo Continuum. Cuando mis niños están en el cole, si pasa algo, me mandan un mensaje privado, no al grupo. Lo realmente Urgente siempre es directo.
  • Si has acabado una relación bloquea a tu «ex».
    Por muy bien que lo lleves acabarás mirando 100 veces al día si está «en línea» y eso, aparte de ser muy malo para tu salud emocional, es totalmente antiproductivo como emprendedor.
  • POR FAVOR, POR FAVOR, POR FAVOR: VIGILA MUY BIEN ANTES DE DARLE A ENVIAR QUE SEA EL DESTINATARIO CORRECTO diablo

Dicho esto, me gustaría que me dejaras un comentario al post indicando si para ti el WhatsApp es más un ángel o un demonio en tu vida. ¿Te animas a la encuesta?

«Me morí por culpa mía»

«Me morí por culpa mía»

Llevo 2 días que solo echo bilis por la boca. Normalmente escribir me desahoga pero este tema me puede y ni poniendo palabras a lo que siento consigo paz.
Cada cosa que leo y me cuentan me cabrea más.  Cuando creía que nada me podía asquear más que los propios  asesinatos de estos días, resulta que no es así.
Me asquean los titulares de la prensa. 
Me asquea cómo se usa el lenguaje.
Me asquean los eufemismos para referirse a crímenes brutales.
Me asquea que se respete más a los «presuntos» que a las víctimas.
Me asquean todos esos impresentables que creen que su derecho a la libertad de expresión les autoriza a hablar de «generalidades», de «denuncias falsas», de «los hombres que también sufren» y de las «mujeres violentas». Me pregunto en qué lugar han perdido ya no la empatía que es evidente que no sienten, entre otras cosas porque no pertenecen a un colectivo permanentemente en peligro por cuestión de género, sino el sentido común. Ese que dicta que en determinados momentos y lugares para ciertos  comentarios «no ha lugar». 

«No ha lugar» cuando estamos enterrando niños y mujeres brutalmente asesinados, cuando no conseguimos quitar de nuestras mentes la imagen de 2 niñas aterradas viendo venir a su padre con una radial para asesinarlas, en este momento me importa una mierda  lo que opinen esos mal nacidos y me sale la vena asesina ver que su narcisismo les impide quedarse callados delante de mi  

Saca lo peor de mi ver que no tienen la poca vergüenza de reservar sus comentarios para sus corrillos machistas o para las sobremesas de sus comidas familiares, donde «sus mujeres»  les darán la razón diciendo que es que «las mujeres hoy en día son unas zorras que amargan la vida a los hombres».
Me asquean los opinólogos que se atreven a decir qué tendrían que haber hecho Laura y Marina para no ser asesinadas. Y si ese comentario viene de «La presidenta de Asociación de Mujeres Progresistas» ya  pongo el grito en el cielo. «Señora Besteiro :
Laura y Marina no tendrían que haber hecho ni dejado de hacer nada para no ser asesinadas, porque en un asesinato sólo hay un responsable y es el asesino.
Da igual lo que haga la víctima, que salga o entre, que pasee sola o acompañada, que vaya con chándal de manga larga o minifalda, que avisara o no a la policía, que por otro lado, en estos casos no suelen acompañar a «hacer mudanzas» como ya han declarado en otras ocasiones, da igual porque  la víctima no es la responsable, a ver si dejamos ya ese discurso rancio que no es sino otra forma de machismo.

A las víctimas las asesinaron machistas asesinos. La culpa es de ellos.
Las asesinaron por un sistema que no es capaz de aislar a los maltratadores
Las asesinaron por un sistema que no  protege a las víctimas
Las asesinaron porque en vez de analizar qué han hecho mal los que están vivos solo hablan de «qué hicieron mal las que están muertas»
Las asesinaron porque una gran parte de la «gente normal» sigue sin reconocer la magnitud del problema que vivimos.

A ver si nos enteramos que no se trata de que nos «cuidemos», de que no salgamos de noche o nos vistamos con burkas adaptados al nivel de tolerancia al cuerpo femenino de los psicópatas machistas que nos rodeen. No somos las mujeres las que nos tenemos que proteger, porque estar vivas es nuestro derecho y no tendríamos que estar defendiéndolo a cada paso que damos.
A no ser que sea verdad que estamos todas en estado de alerta. En tiempos de guerra no hay tregua que valga ni podemos confiar en que se respete el derecho a la vida, por eso se vigila cada paso que se da. En tiempos de guerra al menos se sabe quién es el enemigo y cada bando lucha unido con una meta común.
Las mujeres asesinadas no somos soldados, no hemos elegido ir a ninguna guerra, no hay bando que luche con nosotras. Nos han colocado sin preguntarnos en un campo de batalla donde sólo somos presas fáciles de genocidas.

[Tweet «No se trata de que nos «cuidemos», de que no salgamos de noche o nos vistamos con burkas adaptados al nivel de tolerancia al cuerpo femenino de los psicópatas machistas que nos rodeen. No somos las mujeres las que nos tenemos que proteger, porque estar vivas es nuestro derecho «]

¿Solo yo veo la incongruencia de que nos acusen de no «ir con cuidado» porque vivimos en un campo minado pero luego minimicen el alcance de la violencia machista? ¿En qué quedamos? ¿Hay o no hay alarma social?  Si hay que protegerse será porque estamos amenazadas… ¿no es de justicia entonces ir a por los amenazadores?
Si hay un francotirador en lo alto de una torre la solución no es ir repartiendo chalecos antibalas a los transeúntes, la solución es detener al francotirador y encarcelarlo. (Y ya puestos al que le alquila la torre y le vende el arma)

Hacer a la víctima responsable de cuidarse del maltratador es como insinuar que tenemos que vivir cuidándonos de algún posible francotirador

Hacer a la víctima responsable de cuidarse del maltratador es como insinuar que tenemos que vivir cuidándonos de algún posible francotirador

[Tweet «Si hay un francotirador en lo alto de una torre la solución no es ir repartiendo chalecos antibalas a los transeúntes, la solución es detener al francotirador y encarcelarlo. #HastaElCoñoYa»]

Claro que las mujeres no somos Rodrigo Rato. A los miles de mujeres que viven amenazadas  por hombres que saben perfectamente dónde viven, a qué colegio van sus hijos, dónde hacen la compra o quiénes son sus amigas,  esas nunca se reunirán con ningún  ministro  para interesarse por su protección.
Nos lanzan a una lucha donde solo van armados los violentos. A una lucha que no pedimos, a una invasión ilegal e inmoral porque el botín que quieren no les pertenece. Nos asesinen o no nos roban la vida.

En este punto no voy a tolerar un solo comentario más que no sea para condenar no sólo los asesinatos, sino los acosos, las amenazas, los acosos reales o virtuales, las vejaciones, los desprecios, los insultos, las miradas fuera de lugar, los chistes machistas, las quejas que no han lugar, y la defensa de actitudes machistas, vengan de hombres o de mujeres.

Me gustaría que todo el que se considera mi amigo tuviera el sentir que compartió este hombre en un tweet

 

Como muy bien ha escrito mi amiga Myriam Moya en su post, del cual os copio un fragmento:

«¡HOLA, NOS ESTÁIS MATANDO!»

(…Nos estáis matando, nos están matando hombres como vosotros y estáis de brazos caídos y sois responsables y seguís sin hacer nada.

Es hora de empezar a actuar, es hora de que empecéis a actuar… tenéis las armas, tenéis la fuerza, tenéis el poder económico, tenéis el poder jurídico, tenéis la prensa, los cuerpos de seguridad, las leyes, las calles…

Tenéis la capacidad de la acción o de hacernos desaparecer. (…)

Es hora de dejar de ser tibios en este tema. Para miles de mujeres asesinadas ya es tarde, pero hay millones más  viviendo con el miedo a ver la lucecita roja apuntándoles. La próxima vez que hables con tu hermana, tu mujer, una amiga, tu hija, una compañera de trabajo piensa que podría ser ella la siguiente. Y que tú podrías hacer mucho por evitarlo.

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Entre todos la mataron y ella sola se murió

Entre todos la mataron y ella sola se murió

Estoy profundamente cabreada. Cabreada, triste y frustrada.
@JRMoraQue una persona asesine a otra es triste. Que lo haga un hombre a una mujer con la que tuvo/tiene una relación es sencillamente descorazonador. Que un padre asesine a sus hijos para hacerle daño a su ex mujer es directamente satánico. Y ya no os cuento cuando «intenta suicidarse» después… no alcanzo a encontrar las palabras para definir a alguien tan cobarde.

Nos enseñaron a  no hablar con extraños, a no subir en el coche con gente que no fuera «de confianza», a no dejar entrar a cualquiera en casa… y resulta que el enemigo está dentro.

Y una cree que no hay nada peor que morir asesinada y/o que nos asesinen a nuestros hijos y amigas, pero resulta que lo hay.

[Tweet «Hay algo peor que que te asesinen y es «morirse» y que sea culpa tuya #HastaElCoñoYa #ViolenciadeGénero #MachismoMata»]

Para variar el feminicidio es culpa nuestra:

  • Por denunciar
  • Por no denunciar
  • Por dejarles
  • Por no dejarles
  • Por divorciarte
  • Por no divorciarte
  • Por quitar la denuncia
  • Por no quitar la denuncia
  • Por no dejarles ver a los hijos
  • Por dejarles ver a los hijos
  • Por contar  lo que ocurre
  • Por no contar  lo que ocurre
  • Por buscar ayuda
  • Por no buscar ayuda
  • Por quedarnos en nuestro hogar
  • Por irnos

Como reza un dicho: «vayas donde vayas te voy a coger»

Y yo que no creo en el destino precisamente porque no concibo el mundo con una fuerza superior que predetermine nuestro final sin posibilidad de escapatoria, resulta que constato que cientos de mujeres viven a diario con el temor a que su destino sea ese que les han anunciado tantas veces: «te voy a matar».

¡Ah no! Que no nos matan… que nos morimos nosotras solas.

Y este genocidio no sale de la nada.
La gente «normal»  no es «normal», «un buen tipo», «un vecino ejemplar», «un trabajador nato» y de repente un día le da por asesinar… La gente normal, buenos tipos, vecinos ejemplares y trabajadores natos no asesinamos. Nos enfadamos por supuesto, y a lo mejor gritamos y nos cagamos en los muertos de alguien y seguramente damos algún portazo un día, pero no asesinamos.
El que asesina «no era un tipo normal» : ES UN ASESINO.
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¡Basta ya de condescendencia y paños calientes!
¡Basta ya de medios de comunicación que parecen estar más preocupados de «no ofender a la pobre víctima» (el asesino, no te vayas a creer que la víctima es la muerta que seguro «algo habría hecho» para provocar al pobre hombre) que de contar lo que ocurre!

#HastaElCoñoYa

Mientras los cuerpos  de las mujeres asesinadas están aún calientes, degolladas, calcinadas, acuchilladas… a la mayor parte de los medios les preocupa «no adelantar conclusiones» y acusar injustamente al «presunto asesino».

Ejemplo de titular de una noticia que luego fue modificado

Ejemplo de titular de una noticia que luego fue modificado

Y no es que una ahora se pase la Ley de presunción de inocencia por el forro, sino que choca que esa ley se aplique sólo cuando son ellos los que asesinan.

Al parecer esta mujer con antecedentes psiquiátricos y seguramente una psicosis puerperal que nadie detectó (esto da para otro post) no es presunta. En este caso pueden afirmar sin lugar a dudas que el bebé ha sido degollado y que ella lo ha matado. Y lo que no vamos a leer es que esa muerte también es violencia de género.

[Tweet «¿Puede alguien explicarme por qué cuando matan ellos parece que matan menos? #HastaElCoñoYa #MachismoMata»]

Y a una se le hincha la vena día tras día con titulares como estos:

Y con «reacciones» vergonzosas, me da igual si con perfiles verdaderos o fakes

Como puse anoche en Twitter

[Tweet » Tragedia es un terremoto o una riada. O que te caiga una maceta. Si te asesinan es un asesinato. #HastaElCoñoYA #MAchismoMata #ViolenciaDeGénero «]

El lenguaje nos delata.

«De la abundancia del corazón habla la boca» dijo un sabio. Y nos sale por la boca lo que tenemos dentro. Y lo que esta sociedad respira es un odio visceral hacia la mujer.  Un odio que no debe ser otra cosa que miedo. Porque la verdad, haber sido tratadas toda la historia como lo hemos sido y seguir vivas tiene mérito.
Ese odio que se les escapa a la mayoría sin querer cuando en vez de criticar asesinatos diarios te salen con lo de «nosotros también sufrimos».

Psicópatas machistas enfundados en trajes o en uniformes predicando desde sus púlpitos particulares o profesionales  ciertos «valores» cuando en el fondo son lo que son: impresentables machistas movidos solo por el odio.

Creedme que sé de lo que hablo. No sólo he vivido en mi familia un asesinato de violencia de género. Conocí a un impresentable de esos que te dicen «te amo» y «eres una puta zorra y una buscona» en la misma frase. De los que ponían a parir a su ex calificándola de «loca» y de «maltratadora», de los que te vigilan, te espían y acosan en las redes, a ti y a todos tus contactos… De los que amenazan con el suicidio cuando les dejas y te lloran y te imploran mientras no dejan de insultarte. De esos que edifican su vida tras dejarles buscando la forma de hacerte daño, si no físicamente, a tu trabajo y tu reputación.

Y este impresentable psicópata sigue teniendo su régimen de visitas con su hijo.  Y el asesino condenado que mató a alguien de mi familia se presentó en el juicio por la custodia de sus hijos huérfanos por su culpa para declarar en contra de la familia materna. prefería que sus hijos fueran separados e institucionalizados antes que vivir con sus abuelos maternos. Y la familia del asesino justificándole.
Y como este caso, como estos casos, cientos, miles. Con esos perfiles o con algún otro, porque los hay muy variados. Pero todos son maltratadores. Ellos, quienes les justifican y defienden y quienes «callan» ante la barbarie.

SON MALTRATADORES
NO SON BUENAS PERSONAS
NI BUENOS VECINOS
NI BUENOS TRABAJADORES

Y los jueces que miran más las estadísticas que a las personas, los que hacen oídos sordos a las denuncias, los que obligan a niños a estar con maltratadores solo porque la mitad del ADN es suyo…  ellos  y ellas son responsables también del sufrimiento y las muertes.

Como la de Sara Calleja
(Lee aquí la carta de Sara a la juez)

sara calleja

¿Qué hacemos con esto?
¿Cómo seguimos viviendo cuando una gran parte de las «buenas y normales personas» que nos rodean lo que  piensa de verdad sobre este feminicidio es esto?

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Los nazis construyeron campos de concentración, asesinaron, torturaron  y masacraron a cientos de miles de personas…  no olvidemos que lo hicieron con la connivencia de la mayoría de una sociedad alemana  de «gente normal», de «buena gente» «trabajadora y cristiana» que sabía lo que pasaba, callaba y miraba a otro lado.

Y así estamos…  en un genocidio contra las mujeres

No merecemos ni aparecer en las portadas…

Creemos que eso solo les pasa a otras, pero no es así.
Le pasa a tu hermana, a tu madre, a tu hija, a tu amiga, a tu compañera de trabajo…
le pasa a tu novia, a tu mujer, a tu exmujer
le pasa a la que fue reina del instituto y a la cajera del supermercado,
a la empresaria de éxito y a la inmigrante sin papeles.
Nos pasa a todas.
Nos matan a todas.
Nos asesinan a todas.
No nos morimos NO: NOS ASESINAN

[Tweet «#HastaElCoñoya #MAchismoMata No nos morimos NO: NOS ASESINAN»]

Políticamente correctas, políticamente injustas

Políticamente correctas, políticamente injustas

Ayer vi un documental que hablaba sobre la cosificación de la mujer y cómo ese hecho afecta, entre otras cosas, a la participación del género femenino en la vida política.

Hoy leo este artículo sobre las mujeres españolas en política y sus maternidades.
LA realidad es que como comenté en el post del otro día, ser un padrazo es proporcionalmente igual de fácil que ser una mala madre.
Ellos sólo han de cambiar pañales, bañarles, portearles o cogerse el permiso de paternidad.  A un  padre que «ayuda» le hacemos la ola, pero las madres siempre somos juzgadas hagamos lo que hagamos.

Sigo leyendo mentes pensantes de todas las ideologías políticas y sociales  hablar de la baja tasa de mujeres en política , muchísimas menos en  cargos de responsabilidad,  de la apenas presencia de mujeres en las juntas directivas de las grandes empresas… y al parecer el problema, o gran parte de él es el hecho de que somos madres  (de hecho o en potencia).
Y la única solución que se plantea es establecer leyes de igualdad o de paridad en cuanto a las bajas al tener hijos.

A mí es que esto de poner parches en la parte equivocada de la tela me parece soberanamente estúpido, pero claro, yo no soy política, ni siquiera soy políticamente correcta  y no me convence ninguna ideología concreta a la que adherirme para explicar lo que pienso.

El parche que nuestra sociedad propone como solución es convencernos de que hay que repartir a partes iguales los cuidados, así no se penalizará a las mujeres por ser las primeras encargadas de ese rol.
Pero claro, como de momento el embarazo y el parto no hay modo de compartirlo ( aunque con lo de la gestación subrogada no tardaremos en ver cómo se presenta esto como una liberación de la mujer para que el embarazo no altere su vida «productiva»), pues nos centramos en repartir el cuidado del bebé desde que la madre es «prescindible» o «substituible», esto es, desde que nace.
Así vemos a las políticas de nuestro país como «ejemplo» del reparto del cuidado del bebé, cogiendo ellas sólo una parte de la baja para que el padre coja la otra.
No voy a entrar a hablar de casos particulares, porque la verdad es que ni falta hace, ya que todas las mujeres con cierta responsabilidad política en nuestro país que han tenido hijos durante su mandato, se han caracterizado por renunciar a gran parte de su permiso de maternidad.


Es curioso que la mayoría de las madres querríamos que las políticas trabajaran para que ese permiso aumente, y ellas «dan ejemplo» de escucha de la sociedad que representan precisamente haciendo lo  opuesto, reduciendo el suyo. Muestra inequívoca de hacia dónde vamos en este sentido.

Sigo viendo que en este tema se habla de derechos de las mujeres, de poca responsabilidad de los hombres, del doble rasero para madres y padres, de la sociedad hipócrita que no trata igual la maternidad y la paternidad… pero no escucho en ninguno de esos artículos a nadie hablando del derecho del bebé.

Y es que al bebé resulta que lo políticamente correcto se la trae al pairo. Para un bebé mamá no es igual a papá ni viceversa.

Para el bebé la persona insustituíble es la madre.

Del mismo modo que la gestación es cosa de la madre y no hay ley de paridad que cambie eso, los primeros meses de vida extrauterina del bebé es la madre la que sigue siendo insustituible.
Por muy políticamente correcto desde el punto de vista político, social y económico que veamos la paridad en el cuidado a los hijos, la realidad es que desde el punto de vista de la biología eso no es posible.

Nos empeñamos en negar esa realidad disfrazada de modernidad y justicia y lo que hacemos es precisamente ser totalmente injustos con quien más necesita ser protegido en sus necesidades y derechos: el bebé.

  • El bebé tiene derecho a optar por el cuidado y  la alimentación óptima y esto  lo provee su madre.
  • El bebé tiene derecho a tener acceso al pecho de su madre sin restricción horaria, al menos hasta que esté preparado para aceptar otro tipo de alimento ( no otra leche en biberón, eso no es una alternativa justa, eso es un remedio incomparable desde el punto de vista biológico, inmunológico, psicológico y emocional).
  • El bebé tiene derecho a establecer un vínculo seguro,  que será la base para su desarrollo, con la persona mejor preparada para ello: su madre.
  • El bebé tiene derecho a disfrutar de su padre sin que esto suponga verse privado de su derecho a estar con mamá todo el tiempo necesario.
  • El bebé tiene derecho a crecer no sintiéndose una carga para la vida profesional y social de su madre y eso no se consigue apartándole de ella para que esta consiga sus logros, sino cambiando la mentalidad en cuanto a cuál es la verdadera meta a conseguir.

Hay mucho que cambiar para que esa meta sea claramente identificable por todos.

  • La meta es que se conozca la verdadera implicación para la sociedad de cómo somos gestados, paridos y criados
  • La meta es que trabajemos porque se den las circunstancias óptimas a nivel social , político, económico y familiar para que gestemos, paramos y criemos de la forma óptima
  • La meta es que  algún día no tengamos que hablar de estos temas.
  • La meta es que todos los bebés tengan aquello que merecen por derecho
  • La meta es que todos contribuyamos a valorar el maternaje porque esa sí es la base de una sociedad sana, madura responsable y consciente.

Es trabajo de todos,  y tú puedes ser parte del cambio de paradigma.
Firma la petición, comparte el post y colabora en el trabajo de divulgación de los derechos y necesidades de los más pequeños. Si algo nos es común a todos es que nacemos necesitando ser cuidados, y con toda probabilidad acabaremos necesitando ser cuidados por los que cuidamos nosotros hoy…

 

 

Sí «papá», es culpa mía

Sí «papá», es culpa mía

Ser un padre moderno es una tarea difícil. Y ser un padre modelo aún más.

  • Por un lado queremos que os involucréis en la crianza de los hijos, sin referentes la mayoría de las veces, ya que nuestros padres no fueron ejemplo vivo de estar demasiado implicados en algo que no fuera ver las notas y el paseo del fin de semana. Pero por otro lado queremos que respetéis las parcelas que son intrínsecamente nuestras.
  • Por un lado queremos que entendáis nuestra forma de criar, que la hagáis vuestra, pero queremos que lo hagáis sin pretender ser los protagonistas.
  • Por un lado os pedimos participación y por otro lado os la limitamos.
  • Por un lado criticamos que adoptéis la pose del «padrazo» y por otro nos hacemos seguidoras , («fans»  o groupies más o menos babeantes) del hombre de turno, padre o no,  que nos da lecciones de cómo parir, amamantar, etc.

Es lo que alguna amiga denomina #ElEfectoPicha.
El mismo consejo, el mismo vídeo de porteo, el mismo razonamiento es más aplaudido entre las propias mujeres si el que lo da es un hombre.

Parece que todas desearíamos tener de pareja al tío guay que habla de las bondades de la lactancia, del parto natural y del porteo. Y por eso cuando vemos a uno así babeamos todas ( Y me incluyo yo con el Papá de Aurora que nos hizo suspirar a todas en el pleistoceno de mi maternidad, que recordarán muy bien mis amigas cofundadoras de  Red Canguro  😉 ).

Y la cuestión es que realmente ni nosotras mismas sabemos qué queremos del padre de nuestros hijos en realidad. O al menos no hasta que ves lo que no quieres.
Lo cierto es que si vives con el padre de tu(s) hijo(s) y crías de este modo, con eso de que el papel de la madre es vital e insustituible los primeros meses, resulta que acabas asumiendo prácticamente el 90% del trabajo del cuidado de los hijos. Aunque ya no sea dar teta, sino todo lo demás. Aunque los hijos crezcan y podamos ir aumentando la cantidad de trabajo a compartir.
Resulta que tu pareja sigue sin saber dónde está la ropa de los niños, o cómo se toma la medicina o cómo se comen la pasta.
Resulta que tú has aprendido a compaginar el cuidado de tus hijos con el resto de cosas que haces a diario, a veces incluso con el trabajo y los hobbies pero él con ellos sólo sabe llevarlos al parque.
Y aquí entono el mea culpa. Y aunque estas situaciones no son todas la mía, me vais a permitir que la escriba en primer persona

  • -Es culpa mía que no sepas dónde está su ropa
  • -Es culpa mía que no sepas peinar a la niña
  • -Es cupa mía que no sepas qué cosas se comen y cuáles no
  • -Es culpa mía que seas incapaz de pasar unos días solo con ellos sin la ayuda de tu madre o tu hermana (o tu nueva pareja)
  • -Es culpa mía que seas incapaz de prepararles algo de comer que no sea una pizza precocinada
  • -Es culpa mía que no seas capaz de hacer tus actividades normales con ellos
  • -Es culpa mía que no soportes verles enfadados o llorando
  • -Es culpa mía que no sepas gestionar sus emociones negativas, acompañarlas  y digerirlas.
  • -Es culpa mía que te agotes porque las noches que duermes con ellos te despiertan y es culpa mía que te quejes al día siguiente de lo hecho polvo que estás por ello
  • -Es culpa mía que no sepas qué actividades hacer con ellos
  • -Es cupa mía que no sepas quién es su médico, o su maestra, o su monitor de extraescolares
  • -Es culpa mía que no seas capaz de hacer tortillas con ellos en tu cocina o improvisar un disfraz
  • -Es culpa mía que no hayas entendido que la responsabilidad de ser padre es indelegable
  • -Es culpa mía que  sientas que el tiempo que decidimos que yo pasara criando a nuestros hijos te parezca ahora injusto
  • -Es culpa mía que tú gestiones mi agenda
  • -Es culpa mía que creas que pedirte que ejerzas de padre es injusto
  • -Es culpa mía que creas que tu situación es culpa mía
  • -Es culpa mía que arrojes contra mi tu frustración

Todo eso y más es culpa mía.Porque te lo he permitido yo.

Así que es hora de aceptar mi parte de responsabilidad y de que cambien las cosas.
Así yo podré liberarme de la culpa y tú de la situación en la que te encuentras.
A partir de ahora:

  • -Sabrás  dónde está su ropa
  • -Sabrás peinar a la niña, mejor o peor, pero lo harás.
  • -Sabrás qué cosas se comen y cuáles no
  • -Serás capaz de pasar unos días solo con ellos, con o sin ayuda es cosa tuya.
  • -Serás capaz de prepararles algo de comer que no sea una pizza precocinada
  • -Serás capaz de hacer tus actividades normales con ellos, como he hecho yo todos estos años.
  • -Aprenderás a soportar  sus enfados o lloros, porque en esos momentos también son tus hijos.
  • -Aprenderás a gestionar sus emociones negativas, acompañarlas  y digerirlas.
  • -Serás capaz de sobrevivir a sus despertares nocturnos, yo sigo viva tras años de hacerlo. Y aprenderás a hacerlo sin quejarte.
  • -Aprenderás  a saber qué  hacer con ellos
  • -Sabrás quién es su médico, o su maestra, o su monitor de extraescolares
  • -Harás  tortitas con ellos en tu cocina o improvisarás un disfraz
  • -Entenderás que la responsabilidad de ser padre es indelegable
  • -Entenderás que el tiempo que decidimos que yo pasara criando a nuestros hijos  nos parecía entonces lo justo, a ambos.
  • -Tu vida no afectará a mi agenda, ni la mía a la tuya.
  • -Entenderás que pedirte que ejerzas de padre es lo justo para ti, no para mí.
  • Y no  sé si algún día aceptarás  que tu situación no es culpa mía, pero lo que no voy a dejar nunca más es que arrojes contra mí tu frustración.

Nuestros hijos aprenden de la vida mirándonos y ya les hemos dado más de una lección de cómo No hacer las cosas.

Es tiempo de cambiar.

He decidido vivir en la responsabilidad y no en la culpa y espero que tú hagas lo mismo.

 Y os dejo con un toque de humor… porque quien quiere, encuentra la forma 🙂


Imagen © de Mos-Taza HandMAde

Qué implica trabajar gratis

Qué implica trabajar gratis

«¡Qué morro las que cobran!
Menos mal que hay gente que ayuda gratis»

Esa frase es muy oída en mi sector. Como somos mayoritariamente madres que trabajamos en temas relacionados con el cuidado  tenemos incorporado el «chip», que no es otra cosa que una creencia errónea y un prejuicio, de que los servicios relacionados con el cuidado no se deben cobrar.

Este es un tema con un trasfondo más amplio que el que se ve a simple vista. Cada vez que alguien recrimina a alguien su derecho a cobrar debería pensar en el mensaje que está transmitiendo, a sí mismo, al otro, y a la sociedad.
Mensajes como estos:

  • Me siento superior a ti juzgando si tú debes o no debes cobrar por lo que haces.
  • Me molesta que cobres por algo que necesito de ti y en vez de analizar de dónde viene esa reacción, proyecto mi enfado en ti y en tu derecho a recibir el pago por tu trabajo, experiencia y conocimientos.
  • Quiero aprovecharme de esa experiencia y conocimientos, porque reconozco que es más valioso y más fácil que hacerlo  yo o aprender sola, pero no quiero pagarte por ello.
  • Te doy la oportunidad de que me ayudes. Es un privilegio que me dediques tu tiempo porque soy mejor y más importante  que tú.
  • El dinero es «sucio».
  • Mi tiempo es más valioso que el tuyo.
  • Mi necesidad está por delante de las tuyas y las de tu familia.
  • No quiero un trato justo, ni equitativo. Quiero conseguir algo de ti sin que tú recibas nada a cambio.
  • La satisfacción de haberme ayudado tiene que valerte como moneda de pago.
  • Mi agradecimiento  engrandecerá tu ego y ese es pago más que suficiente.
  • Si no estoy de acuerdo con tus condiciones  no solo tengo derecho a no aceptarlas, sino  a enjuiciarte moralmente y  a criticarte.
  • El voluntariado es la forma más altruista de dar un servicio y por supuesto no perpetúa la diferencia entre el que otorga el servicio y quien lo recibe. No fomenta la diferencia de clases y siempre se hace con los motivos más puros.

He dedicado miles de horas al voluntariado y a día de hoy una parte de mi trabajo como asesora lo hago sin ser remunerada económicamente. Eso no significa que no entienda que es un arma de doble filo.

Nada es gratis: alguien lo paga

Trabajo para conseguir un cambio de paradigma en la forma de vivir, en la forma de criar y eso implica cambiar mentalidades y creencias muy arraigadas. Eso significa que no solo divulgo información a quien quiere oírla sino también a aquéllos que no saben aún si la quieren oír. Por eso parte de mi tiempo lo dedico a escribir artículos, grabar vídeos, publicar  y compartir información interesante y responder consultas por diversos medios  sin remuneración de parte de quien recibe la información.

Yo pago por contar lo que sé.

Del mismo modo que muchos escritores pagan para publicar su trabajo. Motivos para actuar así hay varios, algunos son impuestos por las circunstancias, otros muy loables y otros directamente relacionados con el ego.

Os voy a poner el ejemplo de un escritor.

Trabajo en red. Modelo colaborativoEL que escribe normalmente quiere que le lean, y por supuesto le gustaría vivir de ello, pero  para llegar a eso, antes tiene que llegar a convertirse en alguien que la gente quiera leer. Y si no te conoce nadie, nadie va a pagar por leerte. Por eso, a no ser que ganes un premio con tu primera novela y directamente te conviertas en un objetivo interesante, antes de poder vender tu trabajo, has tenido que promocionarlo, y eso a veces, incluye regalarlo.

Eso no significa que no tenga valor, significa que le das tanto valor que quieres algún día vivir de ello y esa es tu estrategia a medio y largo plazo. En este caso pues, regalar tu trabajo es un medio para un fin.

A veces el que escribe decide regalar su trabajo para algo o alguien. Quizás le pidan una colaboración  para alguna revista, o que escriba un prólogo a otro autor. Puede que decida que parte del beneficio de su trabajo vaya destinado a alguna obra social… Pero esto puede hacerlo siempre  y cuando la mayor parte de su trabajo sea reconocida, valorada y pagada. Si no tiene para comer y  pagar la casa, dudo que se dedique a seguir regalando su trabajo altruistamente.


Pero incluso en este caso, obtiene algo a cambio, y aquí entro en el tercer supuesto.
Cuando yo regalo mi trabajo estoy obteniendo un pago, que quizás no es con dinero, pero sí en reconocimiento, agradecimiento, posicionamiento, prestigio, fama…  Tengo por supuesto derecho a que ese pago me compense de no recibir dinero, y tengo derecho a preferir cobrar con dinero. Lo que no es de derecho es que alguien juzgue que un pago es moralmente reprobable argumentando que lo que se ofrece gratis es mejor.

trabajar gratis

[Tweet «Ningún producto o servicio es gratis, alguien lo paga. O lo pagas tú o lo paga otro.»]
EL pago que recibo con dinero cierra el círculo: tú necesitas un servicio, yo te lo doy, tú me pagas: FIN.

Además cobrar  implica una responsabilidad: tengo que ser profesional y dar un servicio justo a lo que cobro. Me obliga por así decirlo a ser bueno en mi trabajo, porque además, de eso depende que siga trabajando en esto o no.
EL pago que recibe el ego, por el contrario, nunca acaba, porque el ego siempre suele querer más.  EL que recibe «el regalo» se siente eternamente agradecido y se corre el riesgo de verse siempre en el rol de tener que demostrar su agradecimiento una y otra vez: el círculo nunca se cierra.
Por otro lado, el no cobrar es una trampa para los mediocres: como no he exigido pago, no me pueden exigir mucha responsabilidad, así que da un poco igual si soy bueno o solo regular, porque «doy lo que puedo y gratis».
No es extraño ver gente mediocre en su profesión regalando su trabajo y no siempre es por bondad, es porque nadie pagaría por él, porque no lo vale.

En resumen:

  • Todo el mundo es libre de tener una opinión, de pensar que el trabajo de otro no vale nada o vale poco o vale mucho, incluso  de juzgarlo si le apetece.
  • No somos libres  de imponer nuestro juicio a los demás.
  • No tenemos derecho a exigir que nos den algo a cambio de nada, o a cambio del reconocimiento si la persona considera que ese no es el pago que quiere.
  • No tenemos derecho a criticar desde la envidia o la superioridad moral, por muy disfrazada de ecología, hermandad, sororidad o espiritualidad que esté.

 

Hasta Jesucristo en una ocasión respondió a un debate parecido con una lección magistral (Marcos 13:12-17):

«Den al César lo que es del César»

Así que no seamos nosotros más papistas que el papa. Agradezcamos vivir en una sociedad donde cada uno ofrece y escoge en libertad.

Sí duele, mucho. Pero no vas a morir

Sí duele, mucho. Pero no vas a morir

Dicen que todos los miedos son en realidad el mismo miedo:
el miedo a morir.

La muerte es el miedo por excelencia, porque acaba con toda la esperanza que, mientras hay vida, no todos, pero algunos, nos empeñamos en mantener.
Y  así los miedos que vamos acumulando o de los que nos despedimos en uno u otro momento,  o aquéllos que transformamos y trocamos son al final el mismo.

Por eso todos sabemos lo que es. Por eso todos podemos comprender qué es el miedo. Todos sentimos la misma emoción, por una u otra causa, la manifestaremos de forma diferente, en mayor o menor grado, pero  todos tenemos en el miedo a un viejo conocido.
Precisamente por ser tan conocido, tan común y tan universal y atemporal el miedo ha sido usado como arma, como elemento de control y de sumisión. La religión, la política, la cultura, la sociedad, la familia… en todos los estamentos y organizaciones ha habido quien ha encontrado en el miedo el mejor aliado para someter a los demás para su provecho.

Hoy, yo como adulta, puede que no le tenga miedo a la oscuridad, o a los fantasmas, a los payasos o a los bichos… pero mi capacidad de sentir miedo sigue ahí.

He conocido el miedo que produce la incertidumbre. Durante una época de mi vida vivía casi al día y tuve que ser capaz de sobreponerme a la parálisis del miedo a la indigencia.

Más adelante en una época de mala salud tuve que lidiar con el miedo a tener una enfermedad incapacitante y a si sería capaz de vivir con las limitaciones que eso podría suponer. Por fortuna, sólo fue algo temporal. Pero me recordó lo frágil que son algunas cosas que damos por sentado, y lo afortunadas que somos la mayoría de las personas por tener miedo a una enfermedad grave y no por tenerla.

He vivido el miedo por la gente que quiero. Por sus vidas  y sus muertes.

He vivido el miedo a quedar atrapada en una vida que nos iba robando la felicidad poco a poco, y  cuando decidí salir, tuve que afrontar el miedo a acabar peor de lo que estaba.

Conocí el miedo como madre.

Miedo a que a mi hijo le pasara algo malo cuando alguien con mucha buena intención y muy poco tacto me dijo que llevaba mucho tiempo sin comer bien y que seguramente le faltó glucosa a su cerebro. Recuerdo como ahora mismo el pánico de pensar que yo había provocado lesiones cerebrales a mi bebé. (Este detalle nunca lo olvido cuando hago una asesoría de lactancia= que nunca sea yo causa de más miedo para una madre).

Viví en primera persona el miedo a no ser lo bastante buena madre hasta que la muerte de mi segundo bebé me enseñó la más valiosa y dura lección de toda mi vida:

«hay algo peor que no sentirse una buena madre,

es no poder ser madre de ese ser que amas».

En el duelo por Altair aprendí la mayor parte de lo que sé sobre el miedo, sobre dolor, sobre sufrimiento, sobre fases y etapas, y retrocesos, y tristeza, y rabia y negociación, y resignación, y transformación… y sanación.

En mi tercer embarazo creo que apenas sentí nada que no fuera miedo. Hoy sé que era mi forma de amor, pero yo lo vivía como miedo. Me habían arrancado mi inocencia y había visto la muerte cara a cara. La imagen del pequeño cuerpo de Altair  sin vida era como el único combustible del que se alimentaba mi miedo. Pero no era así. Porque mi hija me regalaba señales para decirme: «mamá, estoy aquí». Y eso me ayudaba a no desfallecer de puro miedo a perderla.

Atravesé el umbral de la vida y la muerte que es un parto. En ese momento en el que tu mente, tu cuerpo y tu alma te dice «no puedo», en ese momento, el único antídoto que conozco al miedo que es el Amor me gritaba. «Sí puedes. Vas a poder.»
Y yo repetía esas mismas palabras para mi y para mi hija: «Vamos a poder» «Vamos a poder».

Y pudimos. Con el miedo, con la muerte y con la incertidumbre. 

Después de eso nunca me sentí tan fuerte ni tan viva ni tan alejada de la muerte. Hasta mi cuerpo experimentó un despertar a la vida que no había conocido antes.

Y decidí que no sería presa del miedo nunca más.

Y cuando supe que mi vida no era como quería decidí cambiarla. Lamento haber dañado con ello a otras personas, pero estoy convencida que no hacerlo habría sido mucho peor.

Ninguna dinámica mantenida por el miedo a la soledad o por el miedo a no dañar acaban siendo positivas. Si no se mantienen por amor, es por miedo. Y el miedo no es un buen vinculador, o al menos, no para la felicidad, o no como yo la entiendo o la quiero entender.

Y fui feliz un tiempo, quizás demasiado, como dirían los dioses griegos, para una simple mortal y sufrí otra vez el miedo en forma de engaño y abandono.

Y lloré. Lloré como no recordaba haber llorado antes. No sé si de niña lloré mucho, creo que no, me recuerdo más bien enfadada que llorando. Sea como fuere, en esas semanas, y meses, y años, lloré por fuera y por dentro. Lloré hasta creer secarme. Lloré de miedo a estar sola.

¿Por qué os cuento todo esto?

Porque da igual que tengas 1 mes, 15 años, 22 o 44, cualquier miedo, sea a la oscuridad, a estar solo, a que no te quiera nadie, a que no sepas si  tendrás un techo y comida mañana o a cualquier otra cosa, es al final una forma del único miedo, el único real : a morir.
Pero eso no va a hacer que no  sientas los miedos y que no te duelan los duelos.

Los duelos duelen, mucho.

Algunos por imprevisibles, otros por traicioneros, otros por inesperados, otros por injustos, otros por inmerecidos, otros por desoladores, otros por revividos, otros por  impuestos, y a veces por todo junto.

Duele. y lloras, y sigues llorando. Y cuando crees que no te quedan lágrimas, algo te devuelve a la casilla de salida y descubres que aún hay más dolor y más llanto y más angustia y más vacío.

Y crees morir o quieres morir aunque sea un rato para no sentir dolor.  Porque aún vive en ti ese miedo, el miedo a la soledad, a la oscuridad, pero no a la soledad de perder a esa persona que hoy lloras, no el miedo a la oscuridad que sabes que tarde o temprano se disipará con el día, sino el miedo a la soledad y oscuridad eterna: a la muerte.

Y sólo nos queda sacar nuestra última arma para transitar ese camino sin perdernos en él  para siempre. Lo que nos salva al final de la locura y la desesperación: el amor.

El de verdad, no el que te juró alguien con más miedo a estar solo que tú a la luz de una luna, no. El amor de verdad, el amor a la vida, el amor a tu propia vida y  de aquellos a los que quieres y te quieren de verdad, sin egoísmo ni rebajando su y tu dignidad. El amor en mayúsculas.

Tabla de salvaciónYo, a veces, he envidiado, envidio hoy, a quien se queda en el miedo a estar solo y se agarra a la primera  tabla de salvación que encuentra. Pero las personas no somos tablas de salvación unas de otras.  Así que como escribí el otro día, no es que yo no sea egoísta, y no tenga miedo. Seguramente tenga más que tú.
Pero yo he decidido vencerlo. Aún no he ganado, pero estoy en ello.
Ahora toca llorar, mucho. Y toca sentir el dolor, mucho y muy fuerte…

Pero si algo sé… es que de esto no voy a morir.

 

Vender el Alma por un Abrazo

Vender el Alma por un Abrazo

Una de las mejores cosas de mi vida es tener amigas de verdad.
De las que cuando estás mal te dicen:

«¿A quién hay que romperle las piernas?» o «¿A quién hay que odiar?»

Esas cosas de mujeres que sólo entiende quien ha vivido esa complicidad femenina, ese comadreo y esa lealtad de quien está dispuesto a todo para que sepas que son incondicionales.

Si hay que odiar a un ex, ellas serán las primeras.

Si hay que odiar a la nueva novia de un ex seguro que  son capaces de sacar una lista de motivos  más larga que una tenia.

Quien no ha pasado por esto igual ve maldad en estos hechos o machismo o lo que sea. Pero las mujeres, las mujeres que transitamos junto a otras mujeres el camino de la vida, sabemos que ser «políticamente correcto» es de todo menos femenino. Y es de todo menos positivo en un duelo.

Duelos

EN un duelo no eres muy racional:  tienes rabia, dolor, tristeza, autocomplacencia, te rebajas, intentas negociar, peleas, te rindes, reniegas y suplicas.
Si no lo has vivido no sabes lo que es un duelo. Si no has pasado por ahí vives anestesiado. No hiciste tu duelo. O es que no has perdido nada de real valor.

Cuando pierdes algo que amas no hay razón, ni cordura. Te vuelves loca por momentos.

Ellas, tus amigas, lo saben.

Y hacen lo que deben hacer en estos momentos: acompañarte.
Y poco a poco a medida que pasan las etapas, cuando has llorado, y has odiado, y has luchado y has gritado y has explotado y cuando te has rendido… aparecen para decirte las verdades.

Entonces sí: no antes.

Y la verdad que todas sabemos es que cuando alguien se va es que no quiere estar contigo. O no puede. Pero si no puede, es que en el fondo no quiere. Que cuando alguien no tiene el valor de estar contigo no te merece.

Somos diosas dadoras de vida.
Nada hay que empodere más a una mujer que saber que ha traspasado el umbral que une la vida y la muerte.
Nada hay más poderoso que saber que engendró y generó y mantuvo una vida.
Nada hay más poderoso que sentir que has traído al mundo algo tan único y tan valioso y que es tuyo.
Nada hay más fuerte que una madre luchando por sus crías.

Y eso asusta.
Asusta a veces hasta a los propios padres de nuestros hijos. Nos ven transformarnos en otra cosa. Ya no somos «su mujer». No todos están preparados, no todos están a la altura. No todos están dispuestos a hacer ese viaje de entrega, renuncia, sacrificio y cambio. O no a nuestro ritmo.

Porque  nada te cambia tanto como entregarte a criar.
Nada te enfrenta tanto a tus propias verdades y mentiras y miserias y miedos y angustias y carencias y heridas como ser responsable de otro ser de esta forma.
Nada te hace más fuerte que vencer tu propio deseo de salir huyendo de tanta responsabilidad.
Nada te hace más fuerte que darte cuenta que a veces quieres renunciar a ese sagrado privilegio para ser tú la abrazada, la cuidada, la amada incondicionalmente.
Y nada te hace más fuerte que no hacerlo.

A veces nuestra  propia falta del abrazo que ahora damos, de la presencia que ahora intentamos tener para nuestros hijos, de la incondicionalidad de nuestro amor por ellos…

Esa herida aún abierta que es ser conscientes de que no lo tuvimos. Que supura cada vez que renunciamos a algo por escoger darles con todas nuestras fuerzas el amor que merecen de la forma que merecen. Del modo que nosotros esperábamos. Del modo que merecíamos y no tuvimos…

A veces, eso nos resulta insoportable.

Y por momentos vendemos nuestra alma al diablo por ese abrazo.
Y soñamos con ser libres.
Cuando esa libertad no es más que ser prisionera.
Prisionera de la soledad de la niña que fuimos.
Prisionera de la necesidad de los abrazos que no recibimos y hoy añoramos.
Prisioneras de la falta del único amor de verdad incondicional que deberíamos haber esperado. Ese que pasó y no lo tuvimos.

Y ahora, a veces, encontramos seres especiales (porque lo son, o porque así les vemos).
Que descubren que añoramos los abrazos.
Y nos los dan.
Y nos enganchan.
Y les amamos. A ellos y a sus abrazos.
Y sentimos que queremos quedarnos  a vivir en sus brazos. Sentimos paz y calma, seguridad…  Sentimos reposo para el alma.
Y queremos  ser sólo eso que sentimos en esos momentos, con ellos, en sus brazos.

Pero no podemos. Porque no somos más aquélla niña.

Ahora somos nosotras quienes abrazamos y cuidamos.

Nos toca crecer para criar y hacer de nuestros hijos adultos más sanos.

Con menos heridas y menos carencias.

Con la etapa de ser niños colmada de cariño. Y de presencia y de respuesta y de consuelo y de compañía en muchas horas, las activas, y las muertas.

Y es tan duro renunciar algunas veces.

Es tan duro darnos cuenta que por momentos no nos compensa.

Es tan dura la lucha del corazón de la niña, del corazón de la mujer y del corazón de la diosa, madre y guerrera.
Atenea, Afrodita, Hera…

Sólo quien ha vivido esa lucha la comprende.

Sólo quien la ha llorado sabrá acompañarte.

Y sólo los hombres fuertes y valientes son capaces de entenderlo. Y de aceptar que les amemos, aunque no sean lo primero.

Sólo el que reconoce que también tiene una herida, buscará en nosotras el amor de una mujer, no el de otra cosa.

Y nos querrá por lo que somos, con lo que les podemos dar y con lo que les quitamos.

Entenderán que les compensa más un tiempo a medias con quien desean, con «su» mujer,  que todas las horas con otra sólo por suplir una carencia.

Amar es renunciar al egoísmo y al miedo.

No significa no serlo ni tenerlo.
Ser madre no me hizo menos egoísta y no me hizo no tener miedo. Pero me enseñó a verlo. A aceptarlo y enfrentarlo.
Soy egoísta porque a veces deseo estar yo sola. Ser dueña de todo mi tiempo. Dormir con quien quiero hasta que quiero. Hacer planes sin preguntar, mi libertad. Quiero lo mismo que cualquiera.
LA diferencia es que yo tengo además otro deseo.
Deseo disfrutar de mis hijos. Y deseo que ellos sepan… No, «que sepan» no, deseo que ellos sientan que son para mí, antes que otros, lo primero.
Deseo que vean a su madre feliz encontrando el equilibrio de ser feliz ella misma, con su vida, sus amores y sus cosas… pero sin que ellos paguen un precio.

No siempre será así. Ellos crecen, y algún día no querrán dormir conmigo, ni salir conmigo, ni abrazarme en público (ojalá no). Algún día sí podré dormir con quien quiera hasta cuando quiera, o sola. Algún día mis viajes serán de más de 2 días. Algún día podré ir a cenar sin hora de llegada. Algún día podré perderme en un sendero sin ellos.
Pero aún no. Y una vez más cito a Bei: «Las noches son largas y los años son cortos».

Y tengo miedo.

Miedo a no volver a amar de este modo. Y a no ser amada como quiero y merezco. Miedo a volverme descreída del amor a base de desengaños.

Como tú, soy egoista y tengo miedo.

Pero sobre todo lo que tengo… tengo amor.

Tengo amor del que vence el egoísmo y el miedo.

PD: Dedicado a mi madre.
Ahora te he comprendido más de lo que te comprendí nunca. Perdona por haberte juzgado tantas veces. Por haber odiado tus elecciones y tus prioridades. Ahora sé, que a veces, una sólo da lo que puede, lo que tiene.

Un Salto de fe

Un Salto de fe

Te invito a ver esta escena de la película Indiana Jones y la Última Cruzada.

Es un video muy usado en el coaching empresarial, aunque quizás el primero en plasmar esta idea fuera el propio Machado:

«Caminante no hay camino
Se hace camino al andar»

Creemos que vamos por un camino trazado de antemano por alguien o algo, incluso por nosotros mismos, cuando en realidad a cada paso que damos, incluso antes, con la intención de darlo creamos la realidad de ese momento.

da el primer paso y el camino aparecerá

Yo he tenido muchos momentos en mi vida de verdadero «bloqueo». De pánico. De incertidumbre, de no saber qué hacer.
Momentos en los que te planteas que tu realidad aunque no sea confortable es más soportable  que levantar el pie en el aire para dirigirte hacia lo desconocido.
Y en esos momentos es cuando necesitas un salto de fe como Indiana.
No todos tenemos esa fe, no todos la tenemos siempre. No todos somos personas decididas y animosas. De hecho, la mayoría somos bastante cobardes  y miedosos. Practicamos más a menudo de lo que pensamos aquello de :

«Virgencita, virgencita que me quede como estoy».

Entonces ¿cómo sacar fuerzas para dar el salto?

La fe va de confiar en algo. Pero no a ciegas. No en cualquier cosa. Ese sentido de «creencia ciega» ha sido transmitido por nuestra cultura judeocristiana, aunque en realidad no es correcto en origen.

La etimología de la palabra fe en hebreo, Emunah, transmite la idea de «verdad». Y el término griego usado en los evangelio (idioma en el que se escribió la mayoría de todo el Nuevo Testamento antes de ser traducidos al latín)  era «pistis»que según  Friberg´s Analytical Greek Lexicon (Léxico analítico griego de Friberg) significa: “Certidumbre, fe, confianza, seguridad”.
Así que la idea de creer algo porque sí, sin pruebas, ni habieno demostrado su verdad ni veracidad, no es fe. Es otra cosa, aunque todo el mundo lo llame así.

¿Qué tiene esto que ver contigo?

Como os decía antes, en momentos de dificultad, de retos, cuando estamos frente a un abismo que se nos antoja imposible, tenemos que dar el Salto de fe.Y eso significa confiar en algo que sea verdad.

A veces, como Indiana, necesitaremos que otro nos muestre el camino, que otros  nos recuerden lo que en momentos de bajón olvidamos: que tengamos fe en nosotros  mismos.

  • Si eres de los que a veces pierdes la fe en ti mismo.
  • Si estás en ese momento de tu vida que no crees capaz de dar un paso adelante
  • Si el abismo al que te enfrentas te parece más grande que tu propia capacidad
  • Si no encuentras el impulso para dar ese primer paso

Recuerda que todos los grandes caminos empiezan igual, con un solo paso. Levantando el pie en la dirección que quieres.
Recuerda que  somos nuestro peor enemigo. Que nuestro cerebro, experto en crearse su propia realidad engañosa, a veces nos ciega a la verdad y a lo evidente.
Recuerda que no tienes que hacerlo  solo. Te aconsejo que te rodees de gente que te conoce de verdad y te quiere. Porque como Henry Jones, ellos, cuando tú flaquees, te recodarán lo que es verdad.
Yo hoy he recibido ese tipo de empujón para mi propio salto de fe. En forma de llamadas y mensajes de amigas. Mensajes como este:

Amigas

Sin duda ven lo mejor de mi: Que no es todo lo que soy, porque también soy miedo a veces y dolor, y ganas de dejarlo todo e irme lejos.
Pero también soy eso que me recuerdan, y ese es mi impulso para levantar el pie… cada día. Porque la meta es el movimiento, unas veces más rápido y otras más lento. Pero seguir en marcha.
Si me dejas que te dé un consejo:

Si quieres trabajar por tu emprendimiento, por tu vida… invierte en tus relaciones personales.
Ese es tu mejor activo.

PD: Dedicado a «mis personas». Ellas saben quiénes son. GRACIAS infinitas. <3

emprende en femenino.- nohemi hervada

Encontré mi Pócima

Encontré mi Pócima

A veces uno busca las palabras y otras veces las palabras lo buscan a uno.

Ayer llegué a casa y me fui a la cama con deseo… y lo hice realidad.


Nos enganchan las personas por lo que nos cuentan, o por lo que entendemos nosotros de lo que nos cuentan.

Adoro a quienes saben y creen en el poder de las palabras, quienes las usan sabiendo que son algo más que fonemas unidos, a quienes poseen el secreto mágico de la Alquimia de la vida.


Puedo amar a alguien por las palabras que usa
O amar sus palabras y usarle a él para tenerlas
O usar su amor para crearlas
O crear amor usándolas
Al final «amor» es una palabra


Gracias David por recordarme algo que a veces, en mi soberbia, olvido.


Ayer tu pócima 71, escogida al azar ( seguro que no) era mía.
Fue para mí por un instante
O para siempre
Y mientras la leía y sonreía era consciente de cómo leemos lo que queremos.
Yo ayer tenía que hablar de Amor, o de des-amor, que al fin es lo mismo.

Gracias Elena Alonso-Viajamor por traer a mi vida momentos mágicos en forma de personas y palabras, gracias Carol por invitarme.

Gracias a todos por recordarme que el drama lo ponemos nosotros, porque la realidad ES que


TODO,  siempre es un comienzo
aunque se vista de final.


Soy experta en comienzos, porque he practicado con muchos finales.


Anoche me fui a la cama contigo, como te prometí
Y viajé a otros mundos, como ese niño en el sofá que hacía Nada.
Y mi alma estuvo en paz y alborotada
porque sé, porque siento, porque nombro, porque creo


Y antes de eso, antes de llegar a casa, paré el coche, cogí mi libreta y mi pluma, escribí un par de hojas con alguna disculpa y varios GRACIAS, las arranqué y las dejé debajo de una puerta.

Trazos garabateados con todo su sentido
O con dos
El que yo escribí
Y el que será leído

Pócima 71

Fragmento del Libro SI FUESES PÁJARO LO ENENDERÍAS
de David Testal

Pincha en la imagen para pedir el libro

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¿Y tú, ves enemigos?

¿Y tú, ves enemigos?

Hace años yo trabajaba en una empresa del sector servicios. Nuestros clientes eran turistas a los que por supuesto no conocíamos de nada. Recuerdo a alguien de mi oficina que tenía la costumbre de comentarnos al resto de compañeros en voz baja  cuando entraba un cliente por la puerta: «Ya viene otro tonto», o cosas por el estilo.

Mal servicio al clienteHe recordado esas escenas muchas veces, las he sufrido en carne propia cuando he llegado yo como cliente o usuaria de algún servicio y he notado cómo mi llegada «molestaba» al empleado que estaba manteniendo una conversación personal.

Entiendo que no todo el mundo tiene un trabajo vocacional, y que un mal día lo tenemos todos, pero en algunas personas, ese desprecio por el prójimo, eso que yo llamo  «ver enemigos en todas partes» es un hábito,  la regla y no la excepción.

Antes se decía que eso solo se lo podían permitir los funcionarios, por aquello de que no les iban a echar aunque hicieran su trabajo de cualquier forma. He de decir que desgraciadamente la práctica de «ver al enemigo» por todas partes no hace distinción entre fijos o eventuales. He encontrado gente con esa actitud en prácticamente todos los sectores y en todo tipo de puestos de trabajo.
Y si no fuera tan triste parecería el guión de una película

Estas semanas concretamente he estado pensando en 2 campos en los que la relación del usuario con el que da el servicio   tiene una implicación mucho más seria que la de la relación normal entre empresario y cliente: El campo de la educación y el de la salud.

De la educación hablaré otro día, pero en lo referente al ámbito sanitario, los usuarios no somos meros clientes, somos pacientes o familiares de pacientes y eso hace que la relación que se crea esté condicionada por la preocupación por la salud, la nuestra o la de nuestros hijos.
EN mi trabajo de asesoría, formación  y divulgación de temas como la lactancia, el contacto y el porteo, a menudo las familias me comentan que tienen «problemas» para que se respeten sus derechos y deseos por parte de  algunos profesionales de este sector.  Se siguen protocolos que van en contra de derechos reconocidos, y se trata a los pacientes con un paternalismo y/o autoritarismo que choca frontalmente con lo que el paciente y/o su familia necesita: sentirse respetado,  informado, con el mejor tratamiento posible, con la sensación REAL de que se nos escucha, lo que contribuye a generar y/o aumentar la confianza  en el personal encargado de cuidarnos.

Asesorarte

.

Sé que esto no es así en muchos casos y entiendo que, salvo algún caso de gente amargada, como hay en todos lados, estos profesionales quieren hacer su trabajo de la mejor forma posible.

  • Entiendo que tener un trabajo relacionado con la salud, con el cuidado, y sobre todo si hablamos de bebés y niños genera unas circunstancias muy concretas.
  • Entiendo que es un trabajo estresante en sí mismo que conlleva una gran responsabilidad.
  • Entiendo que tratar con enfermos y/o padres preocupados, frustrados y/o con miedo añade más estrés al punto anterior.
  • Entiendo que no siempre es un trabajo agradecido, ni respetado, ni bien remunerado.
  • Entiendo que se trabaja en muchas ocasiones sin los medios ni recursos necesarios.
  • Entiendo que los propios centros de trabajo o instituciones públicas no siempre ofrecen formación para actualizarse, y que si se ofrece no siempre se dan herramientas para implantar los cambios propuestos.
  • Entiendo que la formación «complementaria»  y las iniciativas personales no siempre están bien vistas en este sector tan jerarquizado.
  • Entiendo todo eso y mucho más…

Pero también entiendo que muchas veces lo que hay detrás de esos comportamientos es MIEDO. Miedo manifestado en diversas formas.

  • Miedo a tener que cambiar prácticas aprendidas y establecidas por años.
  • Miedo a no estar a la altura de ese cambio o a las repercusiones que pueda tener no saber hacerlo bien
  • Miedo a que la presencia de los padres influya negativamente en mi capacidad de hacer bien el trabajo
  • Miedo a sentirse cuestionado
  • Miedo a perder de algún modo autoridad o status o privilegios
  • En definitiva: Miedo al cambio

Ante eso, da igual cuántos cursos se ofrezcan, cuánta experiencia demuestre quien lo imparte, o cuántos medios se nos den para implementar los cambios. Si se tiene miedo al cambio nuestro trabajo se verá afectado de forma negativa.

La buena noticia es que hay un antídoto al Miedo y es el Amor

 

Características del AMOR:

  • La Confianza: para  no ver enemigos donde no los hay y ver lo mejor  en cada cual
  • La Generosidad: para dar de nosotros lo mejor aunque sea en circunstancias que no nos gustan
  • La Autoestima: para tener la certeza de que somos profesionales preparados y podemos aprender lo que haga falta y hacer muy bien nuestro trabajo
  • La Humildad: para aceptar que siempre podemos aprender de otras personas
  • El Valor: para dar un paso al frente y apuntarnos a ser agentes del cambio

 

 

Parece difícil, porque a esto sí que nos nos han enseñado a casi ninguno…pero lo más difícil es no hacer nada.  Y al final se trata como de montar en bici: empezar y seguir pedaleando.
Y para ese primer impulso te animo a que oigas este Podcast, o sólo la presentación, del programa Pensamiento Positivo de Sergio Fernández:

«Vives desde el amor o desde el miedo»

PD: Gracias a Rosa Jiménez Boluda por su trabajo de documentación al  encontrarme el trailer de la película «Ausentes».