Qué piensan de verdad los políticos de las madres

Qué piensan de verdad los políticos de las madres

Las campañas electorales se están convirtiendo en una especie de suero de la verdad de nuestra clase política.
LAs madres llevamos años reclamando tener voz  en política, que se escuchen nuestras reivindicaciones de primera mano y que se tengan en cuenta. Voto ya tenemos, pero cuando no hay ninguna opción que te represente, al final tu voto no vale tanto como debería.
LAs pasadas elecciones generales muchas mujeres nos hemos sentido huérfanas. Se ha votado más con el miedo que con la esperanza. Muchas decidimos votar en oposición más que votar a favor, como dijo muy acertada como siempre mi amiga Irene García: «votamos en defensa propia».

Independientemente de vuestra ideología, si sois madres de ese grupo invisible para los medios que, como yo, decidisteis que maternar también es un derecho que queríais ejercer sin renunciar o delegar en terceros,  habréis sentido la indefensión de saber que fuera cual fuera vuestro voto, ninguno iba a apoyaros en esa decisión.

Llevamos años reclamando un permiso de maternidad de mínimo 6 meses. Reclamación que responde primero al derecho del bebé y,  evidentemente, también al de la madre, que, no olvidemos, es la que gesta, pare y amamanta por mucho que a la PPINA no le guste. Resulta que no era posible, no había fondos, hasta que aparecieron de vete a saber donde para incrementar la baja del padre.

¿Estamos en contra de que se aumente la baja del padre?

Por supuesto que no, pero no es justo ni moral ni biológica ni fisiológicamente ampliar un derecho cuando los otros 2 protagonistas que van delante, aun no tienen garantizados los mínimos.

-Porque el bebé tiene derecho a ser nutrido por su madre sin restricción de tiempo al menos hasta que este sea capaz de tomar otros alimentos  y ser cuidado por extraños sin interferir en su relación  de apego seguro con su cuidador principal: su madre.

-Porque la persona que ha gestado y parido necesita un tiempo   de adaptación física, emocional y social  muy superior a las 16 semanas. Creer que este periodo es «repartible con el padre» es ningunear el propio proceso biológico y mental del proceso de la gestación y el parto.

-Porque no siempre hay «padre» y esa es una realidad que se obvia demasiado a menudo. LA mayoría de las familias monoparentales de nuestro país, son monomarentales, pero hasta en el lenguaje tergiversamos la realidad.

-Porque «cuidar a l@s hij@s» no es una especie de servicio civil obligatorio, como oímos a algunos padres durante su permiso de paternidad. EL cuidado es, a ojos de la mayoría de la clase política, una especie de impuesto a pagar que no nos gusta y buscamos fórmulas para evadir o repartir y tocar a menos. No se trata de cambiar pañales  señores y señoras políticos, a ver cuándo lo van a entender.

-Porque si al final lo hacen, tampoco merecen medallas como si fueran héroes. Ser un padrazo es directamente proporcional a ser una mala madre y hacer campaña con la responsabilidad de los progenitores con el cuidado  de sus hij@s es moralmente deleznable.

-EL cuidado es la base de la reproducción y supervivencia de los mamíferos, especialmente de los humanos cuyo tiempo de desarrollo especialmente largo. Los primeros años de vida del bebé son un periodo especialmente sensible que requieren algo más que ingerir cualquier alimento que permita no morir de inanición, estar limpio y a resguardo.

-Nuestros bebés tienen derecho al cuidado óptimo y este es el que provee su madre cuando esta está dispuesta a hacerlo sin sentir que pierde derechos, poder adquisitivo o calidad de vida.

-Anunciar como medida permisos iguales e intransferibles para este primer periodo sensible del bebé es no entender nada de nada.

-Prometer guarderías de 0 a 3 años es reírse de las necesidades de los bebés y sus madres.

-Ensalzar a mujeres que a la semana de parir ya están «emprendiendo por el mundo» es un insulto a  las madres. Refleja una supina ignorancia de lo que supone el hecho maternal, de las necesidades del binomio madre-bebé, de las profundas repercusiones que todo lo que se hace o no se hace en este periodo de tiempo.

 

-Es un insulto especialmente a esas mujeres con empleos precarios a los que no quieren «volver» pero tienen que hacerlo porque su subsistencia depende de ello.   A Isabel Díaz Ayuso el derecho de tener 16 semanas tras el parto le parece que es de «víctimas de izquierda». Me gustaría verla a ella siendo camarera de pisos en un hotel, volviendo a hacer 20 habitaciones y 5 salidas más los pasillos de las zonas comunes a la semana de parir.  Cargando fardos de ropa sucia y empujando carros llenos de toallas y sábanas más los productos de limpieza.  Retorciendo cientos de veces la fregona que limpie los suelos que pisan esas que van al hotel a descansar, mientras su útero se retuerce también con los entuertos propios del posparto y sus pechos se hinchan por estar 10 horas sin amamantar a un bebé que vete a saber con quién estará. A ver lo que le duraba  a Isabel Díaz Ayuso su ideología de derechas de «menospreciar los derechos de las trabajadoras» en esas circunstancias.

-Es un insulto a esas mujeres que sufren depresiones post parto, la mayoría de veces  no diagnosticadas, porque ya se sabe que las mujeres somos tan emocionales que nuestros síntomas graves se confunden con  nuestro día día. Todo el mundo sabe que la depresión pos parto se cura dejando al bebé y volviendo al curro, claro que sí.

-Es un insulto a las emprendedoras que luchamos cada día por levantar negocios que nos permitan vivir y hacer eso que la sociedad nos prometió falsamente: conciliar. Que muchas hayamos tenido que buscar fórmulas que nos permitan emprender porque no teníamos otra alternativa válida no es excusa para imponerlo  a las demás.  Algunas somos privilegiadas porque nuestro emprendimiento pudimos sacarlo adelante con un bebé a la teta, pero ESO ES UN PRIVILEGIO que no todas tienen señora Isabel Díaz Ayuso.  Al parecer usted solo conoce emprendedoras PREMIUM, que pueden permitirse emprender por el mundo a la semana de dar a luz. No creo que hable de la peluquera del barrio, esa que trabaja 10 horas diarias de pie o de la que trabaja en una tahona y se levanta las 3 de la mañana a hacer pan, aparte de la jornada de venta al público, o de la que monta un restaurante y prácticamente vive a allí para sacarlo adelante.   Esas emprendedoras, aunque quisieran, que ya le digo yo que por mucho que les guste su trabajo no quieren volver a la semana de parir,  no pueden emprender con sus bebés de 7 días.

EN definitiva, que cada vez que ustedes hablan de mujeres dan vergüenza, cada vez que hablan de política referida a las familias dan asco. Mucho asco.

Borja Sémper, candidato del PP a la alcaldía de Donostia:

Así que no hablen por mí ni por la mayoría de las madres que conozco. Madres que cada día, intentan satisfacer las necesidades de los suyos, casi siempre a costa de ellas mismas, de su poder adquisitivo, de su calidad de vida. Y créanme, ese espíritu de «sacrificio» no es para alabarlo. De hecho nos repatea que en  mayo aparezcan campañas de marketing reforzando ese estereotipo con si fuera una virtud a mantener. No queremos que nos alaben estar siempre a disposición de todos sin que se nos tenga en cuenta ni se nos escuche,

Queremos RESPETO, queremos poder ejercer nuestros DERECHOS, todos, queremos IGUALDAD en lo que somos iguales y EQUIDAD para contemplar nuestras diferencias en justicia.
A ver si se enteran ustedes de una vez.

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Blogueros mansplainers que no saben ver un plagio

Blogueros mansplainers que no saben ver un plagio

Que te eliminen de los créditos de tu obra, cabrea
Que veas que otro firma tu obra, cabrea aún más
Que te plagien y modifiquen tu obra, te sulfura
Pero que haya impresentables, que pretenden decir que se dedican a escribir, que niegan un plagio evidente… os podéis imaginar cómo te deja el cuerpo.

O no, porque, en el fondo, todo este tipo de actitudes: robar, copiar, modificar una obra, firmar algo que no es tuyo, ningunear al autor deliberadamente, compartir una obra a sabiendas que es una adulteración de un original… o sencillamente enrocarse en «no querer ver lo evidente» sólo demuestra la catadura moral y profesional de algunas personas.

Una web que hace años era referencia en el mundo de la crianza, hoy convertida en mercenaria de las marcas que contratan publicidad, no sólo publica un refrito poco currado  incluyendo una carta viral plagiada, sino que,  al contactar con los responsables de contenido de la web, su respuesta es:

«por la presente le informo de que, al no encontrar relación directa entre los textos a bote pronto, su email ha sido enviado a nuestro departamento legal para estudio.» 

Aún estoy esperando la respuesta a mi «segundo requerimiento amistoso» en el que solicito «El cese de la vulneración de mis derechos de propiedad intelectual mediante la  reproducción/comunicación pública (derecho de explotación) de contenidos ajenos sin autorización, cese que conlleva la retirada inmediata de los contenidos mencionados»
Y mientras tanto observo entre atónita y estupefacta que el editor en cuestión niega la mayor diciendo que sólo hay parecidos razonables hablando de genéricos…

En mi anterior post Mansplaining y Manswriting ya detallaba las connotaciones de  este tipo de actuaciones y la impunidad vergonzosa y la soberbia de quienes se empeñan en seguir negando lo evidente.

Tengo claro que para debatir con algunas personas  de forma no abusiva, hay que hacerlo en un mínimo de condiciones de igualdad y dado que la comprensión lectora de algunas personas queda patente por su reacción ante la demanda lícita de cese de vulneración de mis derechos, he decidido publicar una «comparativa» de ambos textos a modo de juego de encontrar el parecido razonable.

He obviado las frases que pueden ser de contenido general y,  aún así, veréis que hay bastante contendido literalmente  igual. En el mundo irreal de los que no ven lo evidente, no sé qué explicación cósmica encontrarán a ese hecho.

Pero reitero que lo peor  ya no es el plagio de un texto en sí

  • Lo peor es alabar el hecho de que un hombre, pareja y padre, haya pasado años maltratando emocionalmente a su mujer, haciéndola sentir una mantenida y que, en 2 días, «vea la luz» y sea capaz de empatizar con lo que siente su mujer.
  • Lo peor es que nos hagan creer que una mujer intelectualmente inteligente actúe de ese modo con un patán de pareja.
  • Y lo peor es que haya tantísimas mujeres alabando esa «falsa carta» que no es más que machismo y misoginia encubierto. El mismo machismo y misoginia que lleva a quien publica contenido que no es suyo, a no reconocer la autoría  legal del mismo a quien la acredita y a, además, chulearse diciendo que «a mí me gusta más esta ( el plagio)» .

 

Juzguen ustedes mismos:

carta viral plagio

carta viral plagio 2

En  ESTE ENLACE podéis descargar la comparativa  en formato PDF para mejor lectura.

Me encantaría saber quién plagió en primera instancia mi texto, del que ya circulan versiones en inglés y catalán. Del texto en castellano hay una versión algo más diluída… pero sigue compartiéndose cientos de miles de veces, cada día.

  • Voy a imaginar, aludiendo a mi texto, que un día todos, y sobre todo TODAS, sabremos discernir a los verdaderos profesionales de los vulgares mercenarios recopilatorios.
  • Voy a imaginar que un día se respetarán los derechos de propiedad intelectual y dejaremos de encontrarnos personas que «voluntariosamente» eliminan la firma de las obras, para conseguir llenar, vete a saber  qué vacío de autoestima propia.
  • Voy a imaginar que un día este tipo de webs tan «posicionadas» en buscadores, será vista como lo que son en realidad: escaparates de las marcas de los productos que cualquiera en conciencia se negaría a promocionar.
  • Voy a imaginar que algún día la gente mediocre se dedicará a vivir su vida sin violentar los demás ni su trabajo
  • Y voy a imaginar que vamos a llegar  muy pronto a los 1000 ejemplares vendidos de mi libro La Maternidad sin Tabúes, porque si algo demuestra toda esta historia, es que escribo muy bien. Tanto, que mis palabras y mis ideas, lo reconozcan o no, aparecen publicadas en textos que firma gente que me detesta. Al final, eso debe escocer un pelín XD.

La maternidad sin tabues

PD: En este enlace podéis oír mi participación en La Alpispa de Canarias Radio hablando de este tema. Los primeros 20 minutos del programa

Mansplaining y manswriting

Mansplaining y manswriting

¿Sabéis lo que es el Mansplaining ?
Os lo explico así en facilito: significa que da igual lo lista que seas, o lo versada que estés en una materia, que cuando haya un hombre contigo, él te lo explicará. Significa  que, por ser mujer, digas lo que digas, no será tomado en serio hasta que lo valide un hombre. Significa que en igualdad de condiciones y talento, si lo dice un hombre tiene más peso.

Como hoy la mayoría de las interacciones se hacen a través de internet, el mansplaining se está convirtiendo en el  Manswriting, que es lo que algunas llamamos «el efecto picha», pero en su forma escrita.

Ya estamos tan acostumbradas a que los expertos en temas femeninos sean hombres que ni lo notamos.
Así, aprendemos a gestar, a parir a dar de mamar, a menstruar y a saber cómo practicar sexo, porque nos lo explican hombres muy listos, muy cultos, muy sabios y con mucha experiencia, al parecer, en úteros, tetas, clítoris y vulvas.
No digo que los hombres no puedan hablar y escribir de lo que quieran, pero resulta algo curioso ( por no decir «patético») observar cómo son considerados por las propias mujeres «expertos» en temas femeninos muchos más hombres que mujeres.

Imagen tomada de Yorokobu.es

Imagen tomada de Yorokobu.es

Por si fuera poco mirar nuestra librería y darnos cuenta de cuánta autoridad en temas femeninos otorgamos al género masculino, ahora resulta que si un texto femenino es bueno, dándole una vuelta y haciéndolo pasar por escrito por un hombre es la caña.
Y no hablo de algo hipotético, sino de un caso real. Hace unas semanas vi un texto en Facebook y me sorprendió que el resumen del mismo era unas frases que me sonaban mucho. ¡Y tanto que me sonaban! Eran copiadas, íntegramente, de mi post Las renuncias de las Madres.
Al principio creía que sólo habían copiado esas frases del final, pero mi asombro fue mayúsculo cuando al leer una supuesta carta que escribe un padre a la madre de sus hijos, reconozco gran parte de mi artículo.
«Alguien» cogió mi texto, le dio un cambio de enfoque, lo adornó con una historia de «hombre sensible»  y  lo publicó como escrito por él.  Por supuesto sin citar la fuente, ni el autor.
Y como no podía ser de otro modo, la carta de este hombre tan «conectado» con la esencia femenina,  se hizo viral.
Todas las mujeres que lo leían, suspiraban por un hombre así, que entendiera tan bien nuestras emociones… y lo compartían citando a todas sus amigas y a su pareja…
He visto el plagio de mi artículo publicado en varias páginas de las que tienen cientos de miles de lectores, en redes sociales se ha compartido cientos de miles de veces…
No sé si entendéis el cabreo que supone ver tu trabajo robado, copiado, modificado y atribuido a otrO. Pero lo peor es la indefensión de intentar defender tus derechos de Autor. Por asesoramiento legal específico denunciar directamente podría ser contraproducente para mí, porque un juez podría pensar que intento aprovecharme. Así, se recomienda intentar al menos en dos o tres ocasiones de forma amistosa llegar a un acuerdo, que, como mucho, será que retiren el contenido. No os voy a contar el periplo que supone contactar con estas webs, la pérdida de tiempo, de energía y de recursos. Es frustrante.

  • La mayoría de las páginas de Facebook no tienen el nombre de un administrador real a quien contactar ni una dirección de correo electrónico a la que enviar un aviso legal.
  • La mayoría de las webs tampoco. Como mucho un formulario de contacto.
  • La mayoría de las veces que consigues enviarles un correo o un mensaje no te responden.
  • Si lo hacen, como mucho retiran el contenido.
  • Sólo en una ocasión me escribió la coordinadora  de una de las webs que publicaron el plagio con una disculpa por correo, eso sí, calificó de  «descuido» que su redactora les diera material plagiado.
  • En esa ocasión no hubo disculpa pública ni artículo original subido a su web tras mi primer requerimiento, aunque tras responderle  y dejar claro que un plagio no es un descuido sino un delito me han solicitado el artículo original para subirlo a su web. Seguimos a la espera…
  • LA mayoría de las veces que en los perfiles de Facebook la gente en los comentarios indica que se está compartiendo un plagio y ponen el enlace al original, se ignoran esos comentarios. Por parte de la propia página y por parte del resto de los que lo leen.

Así que tal y como están las cosas,  sólo me queda eso que me dicen algunos «bienintencionados» de agradecer que mi obra sea leída y compartida.  O sea, más del tipo: «Trabaja por el amor universal». Que digo yo, que cómo voy a vender mis libros fuera de mis contactos cercanos, si cuando una obra mía es aplaudida por millones de personas, no saben que lo es…

No sé si empezar a escribir con seudónimo (masculino por supuesto) y dedicarme a lo mismo que hago pero siendo un tío… que eso vende mucho. Igual así me dan un puesto de «redactor» de alguna web de esas con miles de suscriptores, donde sólo por dirigirme a las mujeres, hablar de cosas de mujeres y contarles lo que ellas ya saben, todas me aplaudirán por lo guay y sensible que soy.  Porque en el fondo creo que tenemos tantas ganas de que los hombres nos entiendan, que cuando uno lo hace ( o lo finge), ya le hacemos la ola.

Ojalá espabilemos todas y al próximo «tío guay» que venga a explicarnos cómo ser mujer, cómo ser buena madre o cómo tener orgasmos… le mandemos a leer algún libro sobre próstatas.
Y la próxima vez que te guste un texto que lees en una de esas webs tan chulas que no sabes ni quién escribe… asegúrate de no estar contribuyendo al robo del trabajo de otra persona. Los autores, normalmente, somos tan soberbios que firmamos nuestro trabajo, y lo registramos 😉

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Le rinuncie delle mamme

Le rinuncie delle mamme

Immagina di essere una professionista altamente qualificata.
Immagina di avere un lavoro che ti appassiona.
Immagina di guadagnare tanti soldi da poterti permettere il livello di vita che hai sempre sognato.
Immagina di sentirti rispettata e valorizzata.
Immagina di avere l’independenza economica che ti permetta rapporti salutari e liberi con gli altri adulti.
Lo stai immaginando? 
Adesso immagina di diventare mamma.
Immagina che le tue prospettive siano goderti le 16 settimane di maternità, per poi continuare la tua fiammante carriera in quanto puoi permetterti la miglior persona al mondo che si prenda cura del tuo bebè quando tu non ci sei.
Immagina che quel momento arrivi e di provare un miscuglio tra sollievo e tristezza. Sollievo perchè la maternità è più strapazzante del tuo lavoro di 10 ore tra squali d’impresa e del mondo del lavoro; e tristezza perchè in realtà non vorresti lasciare il tuo bebè con nessun’altro.
Immagina di essere nel tuo ufficio e di avvertire che in realtà non è quello che vorresti.
Immagina di decidere di rinunciare al tuo lavoro, al tuo status, alla tua autonomia per fare la mamma nel modo che tu liberamente decidi.
Immagina che passino i giorni, le settimane, i mesi, forse anche gli anni e di sentirti felice e soddisfatta per essere presente nella crescita dei tuoi figli, felice di sapere che stai investendo in qualcosa que nessuno altro possa dare loro. Felice perchè la tua testa, abituata ad analizzare tutto in modo molto razionale ed obiettivo, ti dice che sei indispensabile per i tuoi figli in questa fase del loro sviluppo.
Immagina che nonostante ciò, un’altra parte di te si senta stanca, esausta, aggressiva, suscettibile perchè la tua parte emotiva non si accontenta «dei vantaggi nel crescere direttamente i tuoi figli».
Immagina anni senza dormire ininterrottamente, senza una reale conversazione adulta, senza continue interruzioni quali «tetta»,»pipì», «prendimi in braccio», «non voglio», «voglio»…
Immagina che il tuo sostentamento non dipenda da te, bensì dal tuo compagno, o dai tuoi genitori, o dall’assitenza pubblica.
Immagina di accorgerti che intorno a te nessuno attribuisca valore a quello che fai, che tutti diano per scontato che sia un tuo dovere e niente più.
Immagina di volere il padre dei tuoi figli molto più presente durante la loro crescita e la risposta che ricevi quando affronti l’argomento sia: «io lavoro tutto il giorno per permetterti di giocare con i puppazzi!».

Immagina che ti classifichino come anti femminista, «pigra», «signora»,»hippy «, fondamentalista… Ti critichino per una cosa e per l’esatto contrario, perchè scegliere di fare la mamma non è ben visto in nessun ambiente tra quelli che prima frequentavi: sul lavoro, in polìtica, nella società, nemmeno nella tua famiglia….

Lo stai immaginando? 

Adesso immagina che in questo caos emotivo, fisico, sentimentale e sociale, ti giunga una proposta di lavoro.

Immagina che un cacciatore di teste abbia visionato il tuo profilo professionale e ti offra un lavoro. Addirittura migliore di quello che avevi lasciato.
Immagina che sentendo quanto guadagnerai, non puoi evitare di pensare al fatto che sono mesi che vesti capi acquistati nei  grandi magazzini, compri prodotti senza marca al supermercato, e che la cosa più simile ad una cena fuori è andare in un fast food con i bambini.
Immagina di sognare l’opportunità di riavere la tua vita, la tua autonomia, la tua libertà, la tua indipendenza, il tuo status, il tuo riconocimento, la tua «voce», dissoltisi ormai tra pianti e richieste dei bimbi.
Immagina di pensare a tutto ciò e di decidere che ancora non è il momento, che i tuoi figli sono ancora piccoli.
Puoi immaginare i sentimenti provati?
Puoi immaginare il senso di colpa che tutto ciò produce?
Colpa di desiderare di dire di sí a quell’offerta.
Colpa per sentirti triste nel dire di no.
Colpa perchè tutto ciò ti scuote, ti fa arrabiare, ti frustra e hai sfogato i tuoi sentimenti con 4 urla ai tuoi figli; e ciò ti fa pensare di essere un fiasco come mamma, o di essere una delusione per la crescita che desideri.
Colpa perchè alla fine è l’unica cosa che come donna abbiamo imparato: sentirci colpevoli di tutto, per tutto e per tutti.
Portiamo il carico più pesante della società, quello che nessuno riconosce, apprezza,  né tanto meno retribuisce.
Durante le campagne elettorali ci frustra vedere come nessuno sia interessato alla nostra condizione. Siamo stanche di vedere che l’unica opzione che ci offrono è quella di avere asili fin dalla nascita, o che il padre usufruisca di metà del periodo di maternità.
Come mamme stiamo frequentemente rinunciando: TUTTE.
Alcune rinunciano alla loro vita, altre ai loro figli.
Ci sono quelle che cercano di conciliare lavoro e figli, rinunciando ad avere tempo per loro stesse, o ad avere un’intimità con il loro compagno o con le loro amiche.
O semplicemente a dedicarsi al loro benessere facendo sport…che ne so.
L’unica cosa vera è che qualunque mamma tu conosca, lo è a patto di rinunciare a qualcosa.
La prossima volta che ti trovi con una mamma non la criticare.
Non le dire quello che deve o non deve fare.
Non la ignorare perchè sai che non potrà venire alla tua festa la sera, invitala comunque.
Non cadere in certezze e nemmeno in cliché.
Semplicemente dille:
«Sei molto coraggiosa, lo stai facendo molto bene e ti ammiro»
PS: Dedicato ad A. e a tutte le belle mamme che hanno deciso di vivere intensamente questo lungo, bello e a volte duro e solitario viaggio che è crescere i propri figli.  Ho imparato tanto di te,  di voi, che posso solo dirvi GRAZIE
Nohemí Hervada
Texto original en castellano: Las Renuncias de las Madres
Texto en inglés:  What mothers give up
Le rinuncie delle mamme

Las renuncias de las madres

Imagina que eres una profesional altamente cualificada.
Imagina que tienes un trabajo que te apasiona.
Imagina que ganas mucho dinero que te permite tener el nivel de vida que soñabas.
Imagina que sientes que eres respetada y valorada.
Imagina que tienes independencia económica que repercute en que tus relaciones con el resto de adultos sean sanas y libres.

¿Lo imaginas?

Ahora imagina que te conviertes en madre.

Imagina que tus expectativas son  disfrutar de esas 16 semanas de baja y luego seguir con tu flamante carrera porque puedes permitirte pagar la mejor persona del mundo para que cuide a tu bebé mientras tú no estás.
Imagina que llega ese momento y  sientes una mezcla entre alivio y tristeza. Alivio porque la maternidad te resulta más agotadora que tu trabajo de 10 horas entre tiburones empresariales y económicos, y tristeza porque en el fondo no quieres dejar a tu bebé con nadie.
Imagina que estás en tu despacho y sientes que eso no es lo que quieres hacer.
Imagina que decides renunciar a tu trabajo, a tu estatus, a tu independencia, por ejercer de madre del modo que tú libremente escoges.
Imagina que pasan los días y las semanas y los meses, quizás los años y te sientes feliz de hacerte presente en la crianza de tus hijos, feliz de saber que estás invirtiendo en algo que nadie más puede darles, feliz porque tu cabeza acostumbrada a analizarlo todo fría y objetivamente te dice que tú eres indispensable para tus hijos en esta etapa de su desarrollo.
Imagina que a pesar de eso, otra parte de ti se siente cansada, exhausta, molesta y susceptible porque tu parte emocional no se contenta con saber «los beneficios de criar a los hijos».
Imagina que llevas años sin dormir seguido, sin mantener una conversación adulta sin interrupciones de «teta», «pis», «cógeme», «no quiero», «quiero»….
Imagina que ahora tu economía no depende de ti, sino de tu pareja, o de tus padres, o de un sistema público.
Imagina que te das cuenta que a tu alrededor nadie valora lo que haces, que se da por sentado que es tu obligación y punto.
Imagina que te gustaría que el padre de tus hijos se implicara en su crianza y lo que recibes al hablar del tema es un : «yo me paso el día trabajando para que tú puedas quedarte en casa a jugar a las muñecas».
Imagina que te critican por anti feminista, por «floja», por «señorona», por «hippie», por fundamentalista…. Te critican por una cosa y por la contraria, porque al parecer decidir ejercer de madres no está bien visto en ningún sector de los que antes frecuentabas: ni en los negocios, ni en la política, ni en la sociedad, ni en tu familia…

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¿Lo imaginas?

Ahora imagina que en ese caos emocional, físico, anímico y social, recibes una propuesta de trabajo.

Imagina que un headhunter ha visto tu perfil profesional y te ofrece un trabajo mucho mejor que el anterior que dejaste.
Imagina que al oír la cifra de lo que vas a cobrar no puedes evitar pensar que llevas meses vistiendo ropa comprada en grandes almacenes, comprando marcas blancas en el super, y que lo más parecido a cenar fuera es ir a un restaurante de comida rápida con los niños.
Imagina que sueñas con esa posibilidad de recuperar tu vida, tu autonomía, tu libertad, tu independencia, tu estatus, tu reconocimiento, tu «voz» que se ha diluido entre los llantos y demandas de los pequeños.
Imagina que lo piensas y decides que todavía no es el momento, que tus hijos son pequeños aún.
¿Puedes imaginar los sentimientos encontrados ?
¿Puedes imaginar el sentimiento de culpa que esto genera?
Culpa por desear decir que sí a esa oferta
Culpa por sentirse triste al decir que no
Culpa porque este suceso te revuelve y te enfada y te frustra y lo has pagado pegando 4 gritos a tus hijos, lo que te hace creer que eres un fracaso de madre o un fraude a la crianza que quieres.
Culpa porque al fin y al cabo es lo único que hemos aprendido como mujeres:  a sentirnos culpables de todo, por todo, y por todos.
Llevamos la carga más pesada de la sociedad, la que nadie reconoce, ni valora, ni remunera.
En época de campañas electorales nos frustra ver cómo nadie está interesado en nuestra situación. Hartas de ver que la única opción que se nos plantea es tener guarderías desde el nacimiento, o que el padre coja la mitad del permiso de maternidad.

Forges-Ama de casa
Las madres estamos constantemente renunciando: TODAS.

Unas renuncian a su vida y otras a sus hijos.
Algunas intentan compaginarlo todo y renuncian a tener tiempo para ellas, o a tener tiempo de intimidad con su pareja,o con sus amigas, o a invertir en su salud haciendo deporte… qué sé yo.
Lo cierto es que cualquier madre que conozcas lo es a costa de renunciar.
La próxima vez que te encuentres con una madre por favor no la critiques.
No le digas lo que tiene que hacer o cómo.
No la ignores solo porque sabes que no va a poder ir a tu fiesta nocturna, invítala igual.
No caigas en obviedades y frases hechas.
Sencillamente, dile:

«Eres muy valiente, lo estás haciendo muy bien y te admiro»

PD: Dedicado a A. y a todas las preciosas madres que han decidido vivir intensamente este largo, precioso y a veces duro y solitario viaje que es el de criar hijos. He aprendido tanto de ti, de vosotras, que solo puedo deciros GRACIAS
@NohemiHervada

Texto en inglés:  What mothers give up
Texto en italiano : Le renuncie delle mamme


Las renuncias de las madres –
(c)2015 -Nohemi Hervada Palou

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Este artículo está incluído en mi libro «La Maternidad sin Tabúes»

La maternidad sin tabues

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