Cuánto crees que debería cobrar alguien que te salva la vida
Primer día de paseo por el centro de Santiago de Chile y veo en una calle concurrida, peatonal, un camión de bomberos estacionado con un gran cartel que dice:
«¡Cuando menos lo esperas, las cosas sí pasan.
Ayúdanos a SALVARTE!»HAZTE SOCIO
AYUDABOMBEROS.CL
Pregunto a mis amigas chilenas y me dicen que en su país los bomberos no cobran. Son todos voluntarios, que además tienen que pagar de su bolsillo una cuota para poder ejercer como tales. Por ese motivo, cada cierto tiempo, organizan campañas para recaudar fondos y conseguir socios que les ayuden a sufragar su trabajo.
Imaginad mi cara.
¿Que los bomberos no son funcionarios aquí?
¿Que no cobran?
¿Que encima tienen que pagar por su voluntariado?
No salgo de mi asombro y me paro a hablar con ellos y a preguntarles que cómo puede ser eso posible. Ellos, con toda la naturalidad de asumir que eso es así y no hay más, me explican su situación.
Yo estoy en un viaje a 11000 kilómetros de casa, mitad vacaciones, mitad trabajo, llevo unos días en el país y ya me voy dando cuenta de la realidad con la que trabajan mis alumnas aquí («Acá» como dirían ellas).
Si en España que llevamos ya algunos años trabajando de forma profesional las Asesoras de Porteo y Asesoras Continuum aún tenemos que explicar por qué cobramos por nuestro trabajo, aquí, que ni los bomberos cobran, ya me hago una idea de lo instaurado que está en algunas sociedades que los trabajos que tienen que ver con el cuidado, con el altruismo extremo, han de ser gratis.
Bueno no, gratis no, que recordemos que gratis no hay nada, han de ser financiados por la persona que presta el servicio.
O sea que no sólo estás disponible 24 horas al día, 365 días al año, no sólo das un servicio a quien lo necesita, no sólo, como en el caso de los bomberos, has de estar dispuesto incluso a arriesgar la vida por tu «cliente»… es que encima has de pagar por ello.
YA he escrito en varias ocasiones sobre el lado oscuro de creer que el voluntariado es moralmente superior al trabajo remunerado. Sobre el transfondo de este tema hay una realidad que no todo el mundo quiere asomarse a ver porque es mucho más cómodo para la conciencia colectiva creer que el altruismo es siempre una expresión de generosidad y no
- una forma de enmascarar desidia por parte de las administraciones de su responsabilidad de cuidar de sus ciudadanos, sobre todo de los mas desfavorecidos
- un completo desajuste en la escala de valores de la propia sociedad que decide remunerar unas actividades y no otras a pesar de ser esenciales para la vida y bienestar
- y en el peor de los casos una careta de bondad para el ego de aquellos que, regalando su trabajo, se aseguran el reconocimiento eterno de aquellos a quienes se lo ofrecen.
Lo cierto es que cuando una sociedad echa la carga de las labores que garantizan el bienestar en manos de sólo un porcentaje de la población que, bien sea por vocación, por responsabilidad social o por otros motivos, asumen ese trabajo a costa de su propio bienestar personal, social y/o económico, cuando una sociedad instaura ese modelo, repito, demuestra ser una sociedad injusta en su grado máximo.
No es justo que sea normal pagar a quien nos corta el pelo o a quien nos corta el césped del jardín y creamos que las personas cuyo trabajo es arriesgar su vida para salvar la nuestra no merecen un reconocimiento y una remuneración.
El hecho de no profesionalizar ciertos servicios repercute, incluso, en la calidad del mismo. Si no sólo no cobras por tu trabajo, sino que tienes que trabajar en otra cosa para cubrir tus propios gastos, ¿de dónde sacas el tiempo y los recursos para formarte y actualizarte? Y si lo sacas, ¿no es a costa de tu vida personal?, ¿es realmente ese un modelo sano y ejemplar?.
Cuando una administración paga un sueldo justo, a un bombero por ejemplo, se asegura no sólo de su disponibilidad cuando se necesita, sino de su formación y preparación constante.
En una ocasión escuché a alguien quejarse de que los bomberos tenían en sus instalaciones demasiadas comodidades, incluyendo piscina y gimnasio. Que además libraban mucho y trabajaban poco.
- Quizás esa persona no entiende que alguien que tiene que poder subir por una escalera varios pisos cargando su propio peso más unos 20-25 kilos de equipamiento debe estar en forma y que, por tanto, un gimnasio no es una frivolidad sino parte de su entrenamiento diario.
- Quizás esa persona no entiende que si los bomberos de su zona no «tienen trabajo» durante su turno significa que no hay una catástrofe, un incendio o un accidente al que acudir y eso es una buen noticia. Y seguramente no entiende que cuando sí suena la alarma esos profesionales lo dan TODO. Y por «todo» queremos decir «todo».
- Quizás esa persona no se ha parado a pensar en cuánto valoraría su vida si tuviera que pagarla. Cuánto cree que debería cobrar alguien que anteponga su vida a la propia.
- Quizás cree que su vida es más valiosa que la de aquél que la arriesga para salvarle y por eso puede exigir que lo haga gratis.
Lo malo no es que haya insensatos e ignorantes que piensen así. Lo malo es que lo piense toda una sociedad. Y no sólo con respecto al trabajo de los bomberos sino a cualquier trabajo que redunde en la seguridad y el bienestar de los demás. Si respetas un trabajo y el servicio que dan, respeta su derecho a vivir de él. A vivir BIEN de él.
A mí cuándo me dicen que por qué cobro por mi trabajo, les respondo siempre lo mismo:
Por respeto, porque soy una profesional.
Así que la próxima vez que pretendas algún servicio gratis pregúntate por qué, quién te da el derecho a exigir, por qué te molesta pagar por lo que recibes y a qué estás contribuyendo con tu demanda.
Y por supuesto si quieres colaborar con los Bomberos de Chile, aparte de asociarte y/o hacer alguna donación a su causa, quéjate de que no sea un servicio público. Las leyes las cambian los ciudadanos.
AyudaBomberos.Cl
@EsmeraldaCBS
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