Ginesaurio: dícese del profesional de la ginecología y obstetricia que en lugar de trabajar con  TODA la evidencia científica como apoyo, sigue anclado en prácticas obsoletas, sin base científica, basada en protocolos absurdos incuestionables. Suele centrarse en el Yo a la hora de trabajar o explicar sus argumentos, más que en el principio ético y deontológico de respeto total al paciente, buscando atenderle de forma integral.

 

Es cierto que tu relación con el ginesaurio no va a ser tan larga como con un novio o un marido. Pero puede que sea más larga que con algún «rollo» eventual o pasajero, y te garantizo que los efectos de su paso «breve» por tu vida pueden dejar más secuelas de las que desearías.
Algunas mujeres han derramado más lágrimas por el trato recibido por un ginesaurio que por un abandono o un desengaño, y para variar, me incluyo también en este grupo.

«Yo también sufrí por un ginesaurio».

Características para distinguir a un ginesaurio de un ginecólogo/obstetra profesional

  • Usa mucho el «yo» en la conversación
  • Expresa opiniones personales como si fueran dictámenes profesionales
  • No te da la información completa, con lo cual tu capacidad  de decisión está «inteligentemente» dirigida hacia la suya
  • No da alternativas a sus «recomendaciones», suele presentar una única vía de atención
  • No suele preguntar tu opinión
  • Tu embarazo «te lo lleva él» (ya podría sufrir él tus hemorroides…)
  • En más de un momento oirás la expresión » ante la más mínima duda te abro»
  • A pesar de que pueda tener una apariencia amable, su trato es paternalista 
  • Está convencido de que sin él tú no podrás parir
  • Si preguntas  o pides «demasiado» suele molestarse e ironizar con frases como: «¿eso lo has leído «en internet»?»
  • El «miedo» es un elemento habitual en su forma de trabajar. Hacia ti asustándote para que creas que le necesitas a él y su intervención lo antes posible, y en él mismo, porque la ginecología intervencionista al final es miedo a la incompetencia de trabajar de otro modo.
  • Usa los téminos «ayudas» para prácticas agresivas y peligrosas : episiotomía, fórceps, maniobra de Kristeller…
  • No les importa el medio, solo el fin: «El niño está vivo y «bien» » , 
  • Minimiza las secuelas y efectos secundarios de su «trato»: «La episiotomía no es nada», «¿De qué te quejas?», «No seas boba», «Ya te han lavado el cerebro las locas del parto natural» » Si se te escapa la orina es por el embarazo» «¿Que te duele la cicatriz en el coito?, pues será algo psicológico…»
  • Su capacidad de autocrítica es NULA: Si consigues uno que se disculpe por algo por favor dímelo.
  • Hacen oídos sordos voluntariamente y ridiculizan a los profesionales que trabajan  de acuerdo a las recomendaciones más modernas de atención al parto.
  • Su tasa de partos en fines de semana y festivos es alarmantemente baja, una proporción inversa al número de inducciones y cesáreas en fechas previas.
  • No te los vas a encontrar en unas jornadas con Michel Odent, ni sabrán quién es Leboyer o Lamaze,  ( y de mujeres como Consuelo Ruíz Vélez-Frías, Ina María Gaskin  o  Casilda Rodrigáñez  ni te digo)
  • Se pasan por el forro La Estrategia de Atención al Parto Normal del Ministerio del Ministerio de Sanidad 
  •  No reconocen la gran labor de asociaciones como EPEN,  a pesar de tener en la página de su asociación un apartado denominado Red de Mujeres.
  • SON MISÓGINOS.
    Su profunda falta de respeto a la mujer, que algunos  expresan disfrazado de humor, estoy convencida que esconde sencillamente ODIO.  ODIO que nace del  MIEDO. Porque enarbolan la bandera de «traer niños a la vida», pero esa capacidad es nuestra, no suya, es el poder de las mujeres, a pesar de ellos.
    ES La misma motivación que  hace siglos y en nombre del poder dominante (la Iglesia) quemaba a las mujeres que no podían controlar o poseer.

 

Hoy no pueden quemarnos, pero nos rajan, nos tumban, nos ningunean, nos ignoran, se ríen de nosotras, nos desnudan, nos atan a una camilla, nos tocan sin preguntar, nos exhiben a otros sin nuestro permiso, nos separan de nuestra pareja cuando quieren, hacen lo que les place sin informarnos, introducen en nuestra vagina dedos y utensilios de forma innecesaria, nos intimidan, nos insultan…

Cesarea
A mí esto, si quito la bata blanca y la lámpara del techo, me suena más a violación que a otra cosa.
Si crees que exagero pregunta a las mujeres de tu entorno por sus experiencias de partos.
Te contarán cosas como estas.

Secuelas:

  • No podía hablar de mi parto sin llorar
  • Me sentía mala madre por no compensarme que mi hijo estuviera vivo
  • Tuve coito doloroso por muchos meses,
  • Su intervención me dejó estéril
  • Sufrí un síndrome de estrés post-traumático en toda regla
  • Hablaban de mí como si no estuviera allí
  • Si preguntaba que qué hacían me respondían que no preguntara tanto, que éramos todas iguales, obsesionadas con saber
  • Me hicieron episiotomía sin preguntarme
  • No me informaron de los riesgos de una inducción
  • No me informaron de los riesgos de una cesárea
  • Me programaron una cesárea por motivos injustificados
  • Mi informe médico no recoge que me hicieron una maniobra que hoy sé que está prohibida
  • No dejaron a mi marido acompañarme
  • Cuando le pregunté a mi ginecólogo, tres  meses tras el parto, que por qué tenía molestias en la penetración vaginal, me puso lubricante y  me introdujo, uno, dos, y tres dedos y me dijo: «Pues esto entra perfectamente», será cosa tuya
  • La episiotomía me dejó como secuela incontencia (urinaria y/o fecal)
  • Me sentí engañada, defraudada, robada. Era MI PARTO
  • Mis traumas postparto me costaron mi relación de pareja

¿Aún crees que no es una Relación Tóxica?

 

ginesaurios

 

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