¿Sabéis que es lo más difícil de mi trabajo formando asesoras?
- No es aguantar las críticas de quienes se atribuyen el derecho a decirme qué puedo no hacer profesionalmente.
- No es hacerles comprender a mis alumnas que «un papel» no las convierte en algo que no son, por muy firmado, sellado, homologado y certificado que sea.
- No es transmitirles la idea de que no basta sólo con tener «ilusión», que hace falta talento, trabajo y tesón.
- No es el hecho de hacerles ver que mi trabajo no es darle todas las respuestas, sino animarlas a hacerse preguntas y a encontrar las respuestas con la información disponible.
- No es el reto de animarlas a ser muy buenas profesionales sin necesidad de copiar. Acompañarlas en el proceso de identificar su valor único añadido a su trabajo.
Lo más difícil es explicarles que casi todo lo que rodea el trato a las mujeres es paternalista y que cuando hablamos de asesoría y/o acompañamiento a mujeres, sobre todo madres, el paternalismo se multiplica. Lo más difícil es eliminar el «vicio adquirido» de tratar a las madres como niñas, tontas, o ambas cosas a la vez. Lo más difícil es aprender a reconocer nuestro modo de ser paternalistas y evitarlo.
Es paternalista el lenguaje y es paternalista la actitud y el trato.
- Leo anuncios de cursos y/o asesoras llamando «mamis» a sus clientes.
- Oigo a asesoras usando al bebé o a la pareja para mandarle un mensaje a la madre : «Hola bebé ¿qué le pasa a tu mamá que le duele la tetita?», y similares.
- Escucho a asesoras anticipando limitaciones sólo por el hecho de ser madres inexpertas: » Le recomiendo la mochila porque es más fácil que el fular»
- Observo cómo se responde a preguntas mal formuladas del tipo «¿Puedo hacer esto o lo otro?», como si la decisión de poder o no hacer una cosa u otra dependiera de la asesora y no de la propia mujer.
- Veo la necesidad de asesoras de reconocimiento público de su trabajo, cuando en realidad un trabajo de asesoramiento debe ser, por lo general, íntimo y privado.
Cuesta dejar el complejo de Mesías salvadora de maternidades y bebés, pero hasta que no lo consigas, hasta que no entiendas cuál es de verdad el motivo de tu trabajo y desde qué lugar lo haces, tu trabajo no será profesional. Será un eslabón más de la cadena paternalista que nos impide pensar, decidir y actuar como seres adultos y capaces. Estarás sencillamente ocupando tú el lugar que antes ocupaba otro y que sólo corresponde a la propia mujer ocupar.
LAs mujeres, las madres, no somos un colectivo homogéneo compuesto de seres infantiles o incapaces. Quizás no tengamos experiencia propia en una situación determinada… aún…pero, querida asesora, tú tampoco tienes experiencia en ser esa persona a la que asesoras.
Así que no presupongas que tu forma de afrontar la situación es la adecuada. Sobre todo si partes de la premisa de que tu respuesta es LA RESPUESTA. No puedes ayudar a alguien con un respuesta prefabricada en tu mente antes de conocer a tu cliente y sus circunstancias.
Siempre recuerdo el momento en que mi trabajo de asesora hizo click. Una madre joven, con limitaciones físicas y dos bebés muy pequeños me enseñó lo que no aparece en los temarios de muchos cursos:
Antes de hablar, observa y escucha. Y después de observar y escuchar lo que te dicen, haz más preguntas.
Si antes de eso ya tienes una respuesta no eres una asesora. Quizás eres la wikipedia de tu sector, no lo dudo, pero eso vale para una APP, no para una asesora profesional.
DECÁLOGO DE LA BUENA ASESORA
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Sé sincera contigo misma y con tus verdaderas motivaciones al trabajar. No se trabaja igual cuando se tienen claros los qués, los cómos y los por qués.
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Deja tus prejuicios en casa. Nadie está libre de ellos, pero puedes aprender a que no te acompañen al trabajo.
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No le presupongas a tu cliente limitaciones que no tienen. En realidad todos podemos más de lo que nosotros mismos creemos que podemos, así que ¿cómo juzgar a quien no conoces si fallas incluso al juzgarte a ti misma?
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No elimines posibilidades del abanico de opciones sólo porque creas que no son válidas para la persona que tienes delante por cualquier motivo ( cultural, económico, social, intelectual, etc)
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Asegúrate de hacer muy bien tu trabajo: asesorar, para que tu clienta haga el suyo: decidir
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Extírpate tu necesidad de dar tu opinión. Tu trabajo es asesorar, tus opiniones no importan.
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Aprende a ser empoderante en tu trabajo. Las buenas asesoras no buscan liderar una secta de acólitas eternamente agradecidas.
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Reconoce que cada caso en el que asesoras te va a enseñar algo, que aún no sabes todas las respuestas.
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No olvides que todas las personas tienen el mismo derecho al respeto y la dignidad,
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Tu meta es que tu clienta, tras tu trabajo, esté más cerca de su objetivo y sienta que ella ha sido la protagonista del proceso.
Como digo siempre, cuando menos parezca que te han necesitado, mejor habrá sido tu trabajo. Cuanto menos necesites ser «el padre» en la vida de nadie, más cerca de ser protagonista de tu propia historia.
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