Así distinguimos cuándo alguien llora de dolor y cuándo de emoción y actuamos en consonancia.
Nadie le dice «lo siento» a quien llora de alegría en la boda de su hij@. Ni decimos «me alegro por ti» a la viuda que llora en un funeral.
No minimices el gran poder social que encierra el hecho de «leer estos comportamientos» porque hay gente con incapacidad ( y/o discapacidad) para hacerlo y esto mismo les genera muchos problemas.
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He llorado de angustia, de impotencia, de rabia y de frustración, del mismo modo que a veces en una clase, he llorado de emoción, al tocar un tema sensible. He llorado al descubrir la pasividad de la gente y cómo eso afecta a mis derechos o los de los míos. He llorado de angustia ante la mezquindad o la maldad, he llorado para descargar estrés o reequilibrar mi estado emocional y he llorado para descargar la agresividad y no darle rienda suelta que es lo que me ha apetecido de primeras.
Ninguno de esos motivos le ha restado peso a mis argumentos ni credibilidad a mi persona ni a mi desempeño profesional, al menos no a mis ojos.
Si esa reacción ocurre de forma puntual ten en cuenta lo siguiente:
- Es perfectamente normal.
- No cambia quién eres.
- No reduce tu valor profesional.
- Es un mecanismo de liberación de estrés.
- No «luches» contra él, tu cuerpo recupera el equilibrio mediante el llanto del mismo modo que subir la temperatura ayuda a luchar contra una infección.
- No estás ofendiendo a nadie.
- No te disculpes por llorar. NUNCA.
- Recuérdate a ti misma que todas las personas lloran.
- Llorar no reduce tu rango de poder a no ser que tú creas que lo reduce.
- Las mujeres hemos conseguido la mayoría de nuestros derechos entre lágrimas, sudor y sangre, no sonriendo.
Sé que no es fácil decirnos mensajes positivos y mucho menos en situaciones que percibimos de debilidad por eso:
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Aprovecha cada oportunidad para reforzar tu poder, tu autoridad y tu autoestima.
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Aprende técnicas de negociación que te aporten seguridad.
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Rodétate de mujeres referentes en tu sector y en otros y esfuérzate por conocerlas en el plano personal si es posible.
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Comprueba a título personal que el concepto de «fuerza» y «fortaleza» puede alcanzar otras dimensiones que van más allá de «ser fría, distante e impasible».
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Aprende de tus errores sin culparte por ellos.
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Recuerda que mostrarse vulnerable no es señal de debilidad sino de honestidad y humildad.
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Celebra tus triunfos.
Y sobre todo:
«NO DEJES QUE NADIE TE HAGA SENTIR MENOS DE LO QUE ERES»
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