Cómo superar un desengaño

Cómo superar un desengaño

¿Has sufrido algún desengaño amoroso? ¿te han dejado alguna vez? Si es así, sabes lo desoladora que puede ser esta experiencia. De hecho, nos pasamos la vida oyendo  frases como: «Sin ti no soy nada» , «sin ti me muero» y similares, porque   casi todos empalizamos con esa sensación tras un desengaño de  que todo pierde sentido para nosotros, hasta nuestra propia vida.

Pero ¿es cierto? ¿Realmente podemos morirnos de amor, o mejor dicho, de desamor?

El duelo del desamor

La verdad es que morirse no es fácil, pero eso no quiere decir que no sea una experiencia dolorosa, dura y, a veces, traumática. Y ha de ser así porque en el fondo un desengaño es un duelo.  Muertes, abandonos, cambios, pérdidas, fracasos… todo son duelos. Todo lo que implique una pérdida importante lo es.

En el caso de los desengaños amorosos  con un agravante, porque la persona que ya no está, en realidad sigue viva.
La muerte del ser amado es atroz porque es algo irreversible. De ahí que no hay consuelo alguno  porque no hay nada que se pueda hacer que nos devuelva a ese ser.

Esto que es brutal, es a la vez algo positivo en el camino del duelo por fallecimientos, a diferencia de otros:  la irreversibilidad.

Eso no quiere decir que  sufrir la muerte de la persona amada no sea uno de los peores trances de la vida. Es algo durísimo y, como todo duelo, el camino no es lineal ni siempre ascendente y habrá recaídas de ánimo. Seguramente nos retrotraigamos a los momentos en que esa persona estuvo con nosotros. Puede que incluso imaginemos cómo sería en el presente de estar vivo.  Todo esto lo tienen en común ambos duelos, la diferencia es que,  a menos que la persona realmente tenga un problema serio,  cuando aquel a quien queremos se muere, no  albergamos la esperanza de volver con él. Eso es lo que sí sucede tras un desengaño amoroso.

Fantasías contra el dolor

Como la persona que ya no está con nosotros, sí está, es decir, sigue viva, solemos aferrarnos a la idea de que puede volver.

Fantaseamos constantemente con ese deseo. Nos imaginamos escenarios posibles donde las cosas cambien, donde la causa que motivó la separación ya no exista, donde una poderosa, casi divina inspiración, le haga ver al otro que  está predestinado a estar junto a nosotros.

Ni qué decir tiene que es una ilusión.

Da igual que siga vivo. Si no nos quiere no nos quiere. Y fantasear puede aliviar el dolor en el momento pero lo que hace es agravarlo cuando se toma contacto con la realidad. Como quien bebe o se droga o toma pastillas para anestesiar las emociones dolorosas. Una vez pasado el efecto, la emoción sigue ahí pero nosotros estamos en peor estado aún para gestionarlas.

Como escribí una vez:  no hay atajos. El dolor hay que pasarlo y cuanto antes mejor.

Verdades que tienes que oír

Me gustaría compartirte mis reflexiones al respecto. No me gusta llamarlos » consejos» porque de hecho,  no sé si lo son.  Lo que sí sé es que no te va a gustar leerlos si estás en esa situación… nunca gusta.

  • Acepta que en el fondo un desengaño es un golpe a tu ego.

No te quiere a ti. Así de sencillo.
Cuando relativizas el dolor y de dónde proviene es más fácil saber hacia donde caminar para gestionarlo.

  • No negocies

Da igual lo que estés dispuesto a ofrecer, a dar, a cambiar, a implementar… no te quiere. Y eso salió de él, no va a cambiar por cambiar tú. Además si intentas negociar,  puede que te pierda el respeto y sea aún peor.

  • No va a seguir siendo tu amigo/a

Es imposible. Así, sin más.  Por lo menos hasta que los sentimientos desaparezcan. Si te tiene cariño y no te odia te lo dirá porque intenta que no sufras. Pero no es posible. No le dejes entrar en ese juego porque no es cierto y en algunos casos solo sirve para aliviar su sentimiento de culpa por acabar con la relación.

  • Corta los lazos pendientes

Oblígate a cortar los lazos y flecos pendientes. No te des excusas y hazlo o pídele que lo haga él si tú te ves sin fuerzas. Y una vez hecho, manténte en tu decisión. Quita su número de la agenda, sácalo de tus contactos frecuentes y/o evita ir a lugares que sabes que frecuenta. Resiste la tentación de preguntarte a cada rato qué hace o no hace e intenta ocupar tu mente en otras cosas. Los amigos son la mejor terapia.

  • Da igual si está o no con otra persona.

El dolor es igual. Si te deja por alguien te sentirás inferior, aunque evidentemente no es así. Y si te deja por nadie creerás que para la gente es mejor estar solo que contigo, que no eres válido. Ambos pensamientos están distorsionados. Si no te quiere da igual que quiera o no a alguien más. No queremos a las personas por comparación, sencillamente las queremos o no. Y cuando no estamos enamorados, pues a veces aparece alguien y a veces no.  Ese alguien no motivó la ruptura.  En todo caso fue una consecuencia, no la causa.

  • Un clavo no saca otro clavo

La primera tendencia de un ego herido es intentar levantarlo.  Pero no funciona. Puede distraernos, ayudarnos a no pensar, pero en el fondo es una anestesia como otra cualquiera.
Si un desengaño nos afecta a nuestra autoestima, es que le hemos dado a la otra persona un poder que no debería tener. La Autoestima es eso: «auto-estima», amor por uno mismo. Deberíamos amarnos a nosotros mismos más que a nadie, o a pesar de todos.
Nuestra concepción de quiénes somos y cuánto valemos ha de ser independiente de la opinión del otro y  de que nos quiera o no nos quiera.  Porque si es así,  nos hundiremos de forma irremediable si esa persona se va y nos deja y necesitaremos a otro que nos vuelva a levantar. Y volveremos al mismo círculo vicioso e insano.  Y este necesitar de pronto parecerle irresistible a todo bicho viviente es una droga peligrosa.

  • Aprende a verle con objetividad

Hasta ahora lo has idealizado. Muy posiblemente en la última fase antes de la ruptura, mientras negociabas, has estado meditando en lo que tú hacías o no hacías para que esto funcionara. Ahora es el momento de mirar con objetividad y ver que una relación que no va bien es por las 2 partes. Ver la realidad te ayudará.

  • Céntrate en ti

No busques otros en los que volcar el amor que te sobra, al menos no en otras parejas. Tampoco te escondas en el trabajo. Mímate.  Tómate el tiempo de sanar tus heridas. Conócete y reconócete.

  • Aprende algo de esta experiencia

Es una buena ocasión para analizar por qué queremos a personas que no nos corresponden. Hacer ese análisis de uno mismo puede llevarnos a un camino de conocimiento profundo de nuestras heridas más primales.  Nunca es tarde para ser conscientes de qué vacíos arrastramos que no llenaremos con nadie.
Si ves este trance como una oportunidad de aprendizaje y crecimiento personal, como una vivencia que te hará más sabio y consciente será mucho más fácil atravesar esta tormenta y dejar la amargura ahí…entre las aguas… y no llevarla contigo a tu orilla.

 

¿Quién da el primer paso?

¿Quién da el primer paso?

Hace tiempo alguien le planteó esta pregunta a un auditorio:

 

 -«En caso de conflicto en una relación,
¿quién da el primer paso para solucionarlo?»

Los asistentes empezaron a responder:

 

  • -«El que lo comenzó»
  • -«El otro»
  • -«El hombre
  • -«La mujer»
  • -«El culpable»
  • -«El ofendido»
  • etc…

¿Qué pensáis vosotros?

Independientemente de que cada situación es única, dada entre personas únicas y que generalizar  suele ser estúpido,  nuestra respuesta ya nos da una pista sobre nuestra propia forma de tratar los asuntos.
Si eres mujer y respondes : «el hombre», ya se atisba cómo van las cosas con tu pareja ( y viceversa)
Si eres de los que contesta: » el culpable», lo mismo.
Cuando hay un conflicto, por lo general, ambas partes creen tener razón, así que  ese tipo de respuestas no sirven.

¿Cómo esperar que el culpable ( el otro) dé el primer paso si él piensa que el culpable eres tú?

En esa espiral el argumento de que actúe el que causó el daño no sirve para restaurar lo perdido.

Si te crees con la razón, y eso te impide dar el primer paso, habrás ganado la batalla ( en tu ego solo) y serás como el rey de El Principito, ganador, con el poder,  pero solo.

 

Y por definición, un rey (  o un ganador) solo,  no es nada.

Así que, si eres una persona orgullosa, criada como casi todos en la idea de: «quien la hace la paga», y esperas que sean los demás los que muevan ficha, ten cuidado.
Encontrarás a gente dispuesta a hacerlo, y eso solo hará que alimentar más tu ego y tu decisión de esperar siempre que sea el otro el que se «rebaje» . Y pasará que quizás un día, la persona que más te importe no lo haga, y sencillamente la pierdas. La pierdas por puro orgullo convertido en estupidez. Porque así es como vemos al rey del cuento: un estúpido.

La respuesta entonces sigue sin ser clara. ¿Quién da el primer paso?

El conferenciante contestó:

-«El más maduro de los dos»

En otro proverbios antiguos he encontrado la versión que dice que  es «el más sabio de los dos».

La madurez no es solo tener más  y mejores cualidades que el otro. Puede haber gente muy humilde y muy inmadura.
La madurez, o la sabiduría, la da la experiencia de saber o llegar a divisar  el resultado de nuestras acciones antes de que ocurran.
Una persona madura, aunque tenga orgullo, aprende a controlarlo y a pasar por encima para recuperar algo o a alguien que le interesa tener.
Una persona madura sabe que pedir disculpas no es una debilidad.

Y una persona madura sabe que si su acción no tiene la respuesta esperada tampoco es para martirizarse de por vida.

Uno hace su parte esperando la respuesta correspondiente de parte del otro. Si no llega, es cuestión de esperar, manteniendo las vías abiertas.

En un mundo perfecto todos responderíamos bien a la primera. Pero no es un mundo perfecto, y nosotros somos la gran prueba de ello. Y todos tenemos una gran mochila que a veces nos condiciona demasiado.

Estos días una amiga contaba que hace años alguien se apartó  de ella sin saber muy bien por qué, sin dar explicaciones, molesta y sin querer escuchar una disculpa o tener una conversación para aclararlo.
Me recordó a algunas personas que tras un tiempo de bastante cercanía un día decidieron desaparecer sin más. Ni un adiós.

Intenté preguntar, saber qué pasaba, y nada. No pretendía retomar una relación que la otra persona no quisiera, pero al menos despedirnos en condiciones.

Un par de estas personas que pasaron por mi vida nunca respondieron.

Y por supuesto ante esto solo queda el respeto a la voluntad del  otro. Con tristeza, con curiosidad incluso, pero respeto al fin y al cabo.

Quiero pensar que algún día les llegará la madurez para asumir qué les impedía siquiera despedirse.

Mientras tanto yo estoy tranquila, porque mis vías de comunicación están abiertas.

Es lo único que podemos hacer. Mantener la puerta abierta y algún día recibirles sin reproches.

 

El poder de las palabras

El poder de las palabras

¿Te has parado a pensar en el poder de las palabras?

¿Son una mera herramienta de transmisión de información?

¿O verdaderamente tienen  poder propio?

 

Estas palabras las conozco desde hace mucho, desde mi infancia:

 

“Existe el que habla irreflexivamente como con las estocadas de una espada, pero la lengua de los sabios es una curación.” (Salomón-Proverbios 12:18.)

Y uno siempre pensaba que era algo figurativo, que el mensaje tras las palabras hirientes era lo que hacía daño,  y que por el contrario, cuando alguien sabio nos hablaba podía reconfortarnos «el alma» y curarnos en cierto sentido figurado.

Pero resulta que Salomón sin duda era sabio porque ahora la ciencia nos dice que las palabras en sí mismas tienen poder, para dañar o para sanar. Que influyen en nuestras emociones más profundas, en los patrones de nuestro cerebro, a nivel neurobiológico, que influirán en nuestras respuestas futuras a situaciones determinadas.
En el coaching  y en la PNL nos enseñan a cuidar nuestro lenguaje pues puede ser limitante o todo lo contrario.

Oír  ( de nosotros mismos o de otros) la expresión: «no puedes»  puede ser una profecía. Pero del mismo modo, podemos  invertir el proceso y verbalizar lo que queremos conseguir: » puedo…».

Trabajar ese aspecto con uno misma es cuestión de decisión, de empezar y cambiar actitudes.

Críticas

Pero  ¿ y cuando estamos rodeados de personas negativas? ¿qué pasa cuando es nuestro entorno más cercano el que se empeña en ponernos trabas y minarnos la moral?

 

Resolvamos  no escuchar.

Dejarles  que sus palabras lleguen a nuestros oídos es darles ventaja.

Educa a tu entorno y diles con amabilidad pero con firmeza que no te gusta que te hablen así y que no vas a permitir comentarios negativos .
Cambia el rumbo de la conversación preguntando por cualquier otra cosa no relacionada, a ser posible agradable para ambas partes.
Recuerda que las únicas armas que poseen realmente contra ti son palabras, si no las pronuncian no existen.

Y no olvides empezar a practicar el hablar en positivo.

*En el taller Empodérate comparto contigo herramientas para estos y otros casos .

empoderate

 

Empoderarse no es eso

Empoderarse no es eso

Algunas personas confunden empoderamiento con rabia o mal humor.

Una mujer empoderada tiene más sentido del humor que ira.

Es más constructiva que demoledora.

Saca de ella misma y de los demás lo mejor, no lo peor.

No se construye nada estable desde el odio.

Empoderarse es ante todo conocerse, aceptarse,saber qué cambiar y sobre todo, gustarse y saber en qué dirección caminar, hacia adelante, porque estar continuamente mirando a los lados es una pérdida de energía tremenda. Energía que una mujer empoderada prefiere enfocar en cosas más positivas y enriquecedoras

Imagen de «El Diablo viste de Prada»

El empoderamiento  que asume roles avasalladores  o que tutorizan a los demás no es empoderamiento.

Es el mismo perro con distinto collar.

Titulitis o profesionalidad

Titulitis o profesionalidad

La RAE  define así el verbo empoderar.

(Del ingl. empower).

1. tr. Hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido. U. t. c. prnl.

Suelo empezar mi taller Empodérate preguntando  a los participantes si se consideran desfavorecidos.

Es muy interesante observar las respuestas.

No voy a desgranar mi trabajo en el taller, pero os diré que en general tenemos poca conciencia de la realidad que vivimos y de la cantidad de veces que cedemos nuestra autoridad propia a terceros.

Autoridad

Toda nuestra existencia vivimos sometidos a autoridades externas que nos juzgan, opina, deciden, nos etiquetan… Nos enseñan la obediencia como único medio válido de crecer, y el cuestionamiento como algo intrínsiamente negativo.

Ya he escrito mucho en el blog Mimos y Teta sobre el tema de la autoridad que delegamos, sobre todo referido a nuestros hijos. Y no es extraño. ¿Cómo vamos a decidir con autoridad sobre otros si no decidimos con autoridad sobre nosotros mismos?

Ayer conocí por una noticia a Luz Rello y su historia:

Pincha en la imagen para leer la noticia completa

Esta joven investigadora ha recibido el premio al mejor investigador joven de Europa. Lo interesante de su historia es que ha llegado ahí tras un largo historial de suspensos. Ella misma cuenta:

He estado muchos años de mi vida suspendiendo muchísimo,

sentada en una mesa especial para niños fracasados.

Pensé en todas esas veces que juzgamos a otros con unos baremos determinados, que no son otra cosa que clichés o etiquetas que nos dan cierta seguridad porque delegan en terceros la capacidad de análisis.

Entiendo que en ciertas profesiones haya un criterio que garantice que quien practica cierta profesión o actividad cumpla unos requisitos mínimos de conocimiento, experiencia, capacidad, seguridad, legalidad, etc… pero en muchos otros campos, entre los que me muevo, cuando no hay una formación reglada, es curioso ver cómo seguimos queriendo un papel, un «título» decimos que diga que otro avale el trabajo de esa persona.

Parece cuanto menos curioso que en vez de preguntar y analizar el CV propio de una persona, nos fiemos más de una etiqueta o un trozo de papel, que en la mayoría de los casos lo único que garantiza es la asistencia y/o pago  de unos contenidos que alguien pensó que son los necesarios para desempeñar esa función.  A veces hasta desconocemos a la persona o entidad que ofrece ese título, y lo que ha exigido para otorgarlo, lo cual es el colmo de la paradoja.

Y no digo que no sea necesaria la formación para cualquier desempeño… digo que creo que algunas personas necesitan esa formación ordenada y escogida desde fuera, por terceros, y otros prefieren ir a su propio ritmo, según sus intereses, capacidades y aptitudes. Básicamente es el fundamento de la mayoría de los que optamos por el Homeschooling.

La cuestión que me hace reflexionar es la necesidad de etiquetado, cuando precisamente lo increíble del ser humano es la capacidad de inventar formas nuevas de enfrentarse a realidades cambiantes.

Profesiones que un día garantizaron éxito hoy son obsoletas. ¿Alguien fabrica hoy vídeos VHS?  ¿y Beta?… Y muchas profesiones de hoy en día hace sólo una década ni existían.

En mi vida personal los últimos años he vivido  lo que se siente al ser juzgada por no tener un «papelito» … en su momento intentaba explicar cómo lo veía yo,  recuerdo discusiones largas, con amigas intentando hacerles entender lo que yo veía tan claro…

«¿Cómo va alguien en un fin de semana a avalar más lo que soy que mi trabajo de años?

¿Y alguien que llegue desde 0 a ese curso, tras dos días va a saber lo mismo que yo tras  años diarios de práctica propia y enseñanza a otros?

 Porque si nos fiamos de papeles nos van a dar el mismo…»

Yo me negué a entrar en ese juego, por convicción propia, porque confiaba en que algún día tuviéramos el sentido común y juicio necesario para darnos cuenta de qué es lo que hace que alguien esté preparado para desempeñar un rol cualquiera… Y sigo confiando en que somos nosotros mismos los que tenemos que ser sinceros y autoevaluarnos…
Uno sabe cuando es bueno en algo y cuando no. Y si no lo sabe no va a aprender delegando ese autoanálisis en terceros.

Honestidad

La honestidad es un rasgo para mi inseparable de la profesionalidad.

Hoy que yo misma trabajo ofreciendo formación intento transmitir esa idea: yo puedo ofrecer información, formación, recursos, soporte, medios, herramientas, evaluación… pero eso solo garantiza que te adelanto una parte del trabajo. Te resumo lo que yo he tardado muchos años en aprender.
Pero eso es todo lo que Yo hago. El resto: captar, escuchar, asimilar, interiorizar, desarrollar, mejorar… eso es algo individual. NADIE puede hacerlo por ti.

No dejes que nadie te diga que no puedes si tú crees que puedes.

Pero tampoco te creas a quien te diga que eres lo que tú misma sabes que no eres. 

A Luz la calificaron de tonta y no lo era.  Pero en ese momento tampoco era el genio en que se convirtió después, cuando supo exactamente desde dónde partía y encontró la forma en la que ella podía aprender y desarrollar su máximo potencial.

El empoderamiento nunca es desde fuera, no lo olvides.

Siempre del centro hacia fuera

Siempre del centro hacia fuera

empoderate