Perdí una ilusión adolescente y volé a miles de kilómetros de casa a encontrar otras.
Perdí una compañera de piso y conseguí 4.
Perdí la salud por un trabajo en una multinacional con posibilidad gran traye3ctoria profesional y decidí dejarlo y no regalar mi talento nunca más a quien no lo mereciera.
Perdí un parto y me converti en activista.
Perdi un bebé y aprendí, divulgué y formé sobre duelos.
Perdí a mi madre prematuramente por una muerte inesperada y aprendí que la vida no espera por nadie y que la muerte no entiende de planes.
Perdí mi libertad y mi autonomía y rompí con casi todo para empezar SOLA con un niño de 6 y medio y una bebé de 11 meses.
Perdí la estabilidad económica y, tras 2 minutos de parálisis, me inventé mi nueva vida y mi nueva profesión.
Perdí la soberbia y la superioridad moral que aún me quedaba cuando viví el juicio ajeno en mis propias carnes.
Perdí el orgullo cuando hice aquello que juré no hacer y, por lo mismo, perdoné lo que juré no perdonar.
Perdí ofertas de trabajo por ser madre y no renunciar y gané mucho más (personal y económicamente) siendo yo mi propia jefa.
Perdí amigas, que en realidad no lo eran, pero no perdí la capacidad de confiar y hacer amigas nuevas.
Perdí el poco respeto que le tenía a la "titulitis" a base de tratar con impresentables con muchos diplomas y poca ética.
Perdí a una amiga por un cáncer y me enfrenté a mi miedo a la muerte y a mi enfado acumulado por tanto tiempo perdido.
Perdí mi fondo de jubilacion y aprendí que el verdadero éxito no es ganar y gastar, sino permitirme parar, cuidarme y ser cuidada.
Perdí más de 2 años a ojos del mundo para aprender a ponerme en el centro del mío.
Perdí el poco miedo que aún me quedaba a decir las cosas que merecen ser dichas, duela lo que duela.
Tras este periodo de duelos amontonados, vuelvo a reinventarme... otra vez más.
Borrón y cuenta nueva para esta nueva YO.
Cuando creas que no puedes, vuelve a leerlo
Perdí una ilusión adolescente y volé a miles de kilómetros de casa a encontrar otras.
Perdí una compañera de piso y conseguí 4.
Perdí la salud por un trabajo en una multinacional con posibilidad de ascenso y gran trayectoria profesional y decidí dejarlo y no regalar mi talento nunca más a quien no lo mereciera.
Perdí un parto y me converti en activista.
Perdi un bebé y aprendí, divulgué y formé sobre duelos.
Perdí a mi madre prematuramente por una muerte inesperada y aprendí que la vida no espera por nadie y que la muerte no entiende de planes.
Perdí mi libertad y mi autonomía y rompí con casi todo para empezar SOLA con un niño de 6 y medio y una bebé de 11 meses.
Perdí la estabilidad económica y, tras 2 minutos de parálisis, me inventé mi nueva vida y mi nueva profesión.
Perdí la soberbia y la superioridad moral que aún me quedaba cuando viví el juicio ajeno en mis propias carnes.
Perdí el orgullo cuando hice aquello que juré no hacer y, por lo mismo, perdoné lo que juré no perdonar.
Perdí ofertas de trabajo por ser madre y no renunciar y gané mucho más (personal y económicamente) siendo yo mi propia jefa.
Perdí amigas, que en realidad no lo eran, pero no perdí la capacidad de confiar y hacer amigas nuevas.
Perdí el poco respeto que le tenía a la «titulitis» a base de tratar con impresentables con muchos diplomas y poca ética.
Perdí a una amiga por un cáncer y me enfrenté a mi miedo a la muerte y a mi enfado acumulado por tanto tiempo perdido.
Perdí mi fondo de jubilacion y aprendí que el verdadero éxito no es ganar y gastar, sino permitirme parar, cuidarme y ser cuidada.
Perdí más de 2 años a ojos del mundo para aprender a ponerme en el centro del mío.
Perdí el poco miedo que aún me quedaba a decir las cosas que merecen ser dichas, duela lo que duela.