¿Sabéis lo que es el Mansplaining ?
Os lo explico así en facilito: significa que da igual lo lista que seas, o lo versada que estés en una materia, que cuando haya un hombre contigo, él te lo explicará. Significa  que, por ser mujer, digas lo que digas, no será tomado en serio hasta que lo valide un hombre. Significa que en igualdad de condiciones y talento, si lo dice un hombre tiene más peso.

Como hoy la mayoría de las interacciones se hacen a través de internet, el mansplaining se está convirtiendo en el  Manswriting, que es lo que algunas llamamos «el efecto picha», pero en su forma escrita.

Ya estamos tan acostumbradas a que los expertos en temas femeninos sean hombres que ni lo notamos.
Así, aprendemos a gestar, a parir a dar de mamar, a menstruar y a saber cómo practicar sexo, porque nos lo explican hombres muy listos, muy cultos, muy sabios y con mucha experiencia, al parecer, en úteros, tetas, clítoris y vulvas.
No digo que los hombres no puedan hablar y escribir de lo que quieran, pero resulta algo curioso ( por no decir «patético») observar cómo son considerados por las propias mujeres «expertos» en temas femeninos muchos más hombres que mujeres.

Imagen tomada de Yorokobu.es

Imagen tomada de Yorokobu.es

Por si fuera poco mirar nuestra librería y darnos cuenta de cuánta autoridad en temas femeninos otorgamos al género masculino, ahora resulta que si un texto femenino es bueno, dándole una vuelta y haciéndolo pasar por escrito por un hombre es la caña.
Y no hablo de algo hipotético, sino de un caso real. Hace unas semanas vi un texto en Facebook y me sorprendió que el resumen del mismo era unas frases que me sonaban mucho. ¡Y tanto que me sonaban! Eran copiadas, íntegramente, de mi post Las renuncias de las Madres.
Al principio creía que sólo habían copiado esas frases del final, pero mi asombro fue mayúsculo cuando al leer una supuesta carta que escribe un padre a la madre de sus hijos, reconozco gran parte de mi artículo.
«Alguien» cogió mi texto, le dio un cambio de enfoque, lo adornó con una historia de «hombre sensible»  y  lo publicó como escrito por él.  Por supuesto sin citar la fuente, ni el autor.
Y como no podía ser de otro modo, la carta de este hombre tan «conectado» con la esencia femenina,  se hizo viral.
Todas las mujeres que lo leían, suspiraban por un hombre así, que entendiera tan bien nuestras emociones… y lo compartían citando a todas sus amigas y a su pareja…
He visto el plagio de mi artículo publicado en varias páginas de las que tienen cientos de miles de lectores, en redes sociales se ha compartido cientos de miles de veces…
No sé si entendéis el cabreo que supone ver tu trabajo robado, copiado, modificado y atribuido a otrO. Pero lo peor es la indefensión de intentar defender tus derechos de Autor. Por asesoramiento legal específico denunciar directamente podría ser contraproducente para mí, porque un juez podría pensar que intento aprovecharme. Así, se recomienda intentar al menos en dos o tres ocasiones de forma amistosa llegar a un acuerdo, que, como mucho, será que retiren el contenido. No os voy a contar el periplo que supone contactar con estas webs, la pérdida de tiempo, de energía y de recursos. Es frustrante.

  • La mayoría de las páginas de Facebook no tienen el nombre de un administrador real a quien contactar ni una dirección de correo electrónico a la que enviar un aviso legal.
  • La mayoría de las webs tampoco. Como mucho un formulario de contacto.
  • La mayoría de las veces que consigues enviarles un correo o un mensaje no te responden.
  • Si lo hacen, como mucho retiran el contenido.
  • Sólo en una ocasión me escribió la coordinadora  de una de las webs que publicaron el plagio con una disculpa por correo, eso sí, calificó de  «descuido» que su redactora les diera material plagiado.
  • En esa ocasión no hubo disculpa pública ni artículo original subido a su web tras mi primer requerimiento, aunque tras responderle  y dejar claro que un plagio no es un descuido sino un delito me han solicitado el artículo original para subirlo a su web. Seguimos a la espera…
  • LA mayoría de las veces que en los perfiles de Facebook la gente en los comentarios indica que se está compartiendo un plagio y ponen el enlace al original, se ignoran esos comentarios. Por parte de la propia página y por parte del resto de los que lo leen.

Así que tal y como están las cosas,  sólo me queda eso que me dicen algunos «bienintencionados» de agradecer que mi obra sea leída y compartida.  O sea, más del tipo: «Trabaja por el amor universal». Que digo yo, que cómo voy a vender mis libros fuera de mis contactos cercanos, si cuando una obra mía es aplaudida por millones de personas, no saben que lo es…

No sé si empezar a escribir con seudónimo (masculino por supuesto) y dedicarme a lo mismo que hago pero siendo un tío… que eso vende mucho. Igual así me dan un puesto de «redactor» de alguna web de esas con miles de suscriptores, donde sólo por dirigirme a las mujeres, hablar de cosas de mujeres y contarles lo que ellas ya saben, todas me aplaudirán por lo guay y sensible que soy.  Porque en el fondo creo que tenemos tantas ganas de que los hombres nos entiendan, que cuando uno lo hace ( o lo finge), ya le hacemos la ola.

Ojalá espabilemos todas y al próximo «tío guay» que venga a explicarnos cómo ser mujer, cómo ser buena madre o cómo tener orgasmos… le mandemos a leer algún libro sobre próstatas.
Y la próxima vez que te guste un texto que lees en una de esas webs tan chulas que no sabes ni quién escribe… asegúrate de no estar contribuyendo al robo del trabajo de otra persona. Los autores, normalmente, somos tan soberbios que firmamos nuestro trabajo, y lo registramos 😉

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